El libro '11M. El honor de servir' narra cómo los sanitarios vivieron la tragedia

  • Relata la experiencia personal y emociones del director de Emergencias en las 42 horas de la catástrofe

El director de Emergencias Madrid, el doctor Alfonso del Alamo, acaba de publicar '11M. El honor de servir', un libro en el que explica como los sanitarios vivieron la tragedia, su experiencia personal y emociones en las 42 horas en las que vivió esa catástrofe ocurrida en Madrid. El médico vivió muy de cerca el atentado de Madrid ocurrido el 11 de marzo de 2004, día en el que 191 seres humanos murieron, unas 250 personas fueron heridas gravemente y más de 1.200 sufrieron heridas de carácter moderado o leve por culpa de un atentado terrorista, el mayor ocurrido nunca en España.

Dice el autor en el prólogo que "aquel espantoso día forma parte de la historia de la ciudad y de España con el añadido que muy pocos acontecimientos poseen: la evocación de los mismos con sólo la cita de la fecha. Cuarenta millones de personas saben a ciencia cierta dónde estaban en aquellos momentos".

El presidente del Colegio de Médicos de Madrid, el doctor Miguel Angel Sánchez Chillón, ha destacado durante la presentación del libro "la labor de servicio de los médicos, sobre todo en las situaciones más críticas por los valores de voluntad, sacrificio, compromiso y, sobre todo, humanidad que nos definen".

Por su parte, el gerente del SUMMA 112 de la Comunidad de Madrid, el doctor Pablo Busca, ha destacado el importante espíritu de colaboración que tuvieron las distintas instituciones que actuaron frente al peor atentado sufrido en la ciudad de Madrid y ha puesto en valor la labor de las fuerzas y cuerpos de seguridad y de emergencia de la región.

"ES LA MUERTE FUERA DE LUGAR"

El autor ha contado, en el libro publicado, cómo a las 8.15 horas de ese día 11 empezó a bajar las escaleras de la estación de Atocha y "la sensación de angustia provocada por la incomprensión del entorno", ha señalado.

Recuerda que, a pesar de haber vivido tragedias como el accidente del Aviocar en Bata, Guinea Ecuatorial en 1987 o el tsunami del Pacífico nicaragüense en 1992, se enfrentaba "no sólo a la muerte, ni siquiera a la violencia de la muerte: es la muerte fuera de lugar, ajena a la naturaleza". Según avanza el libro, del Alamo reconocerá que no pensó en ningún momento en el peligro que pudiera correr él ya que "era más fuerte el miedo a no ser capaz de asumir mis obligaciones y responsabilidades, de no estar a la altura".

Posteriormente cuenta el traslado de los cadáveres a IFEMA así como de todas las familias y de cómo el papel del equipo que dirige era esencial: "*cómo vivan estas horas estas gentes atormentadas será decisivo para afrontar adecuadamente lo que será un duelo tan largo como doloroso".

"Nosotros, que nos denominábamos los ángeles de la vida, por una noche nos convertimos en los heraldos de la muerte" al tener que comunicar personalmente lo sucedido a cada persona a sus familias. No obstante, destaca el ejemplar comportamiento de todas las personas que esperaban, familiares y amigos.

Al mirar atrás tiene claro que ha tenido "la oportunidad de trabajar con un grupo de personas extraordinarias que han demostrado una capacidad técnica tan grande como su calidad humana".