Jota, el triatleta ciego que sueña con Tokio 2020

Correr, pedalear y nadar. Y todo sin ver absolutamente nada. “Cuando tenía siete añitos me diagnosticaron una enfermedad que se llama uveítis, por lo general la gente no se queda ciega de manera total como es mi caso, pero años más tarde acabé perdiendo la vista”.

José Luis García Serrano, al que todo el mundo llama Jota, siempre le gustó el deporte. Desde pequeño practicó diversas modalidades como “carreras, populares, pádel, esquí…”, hasta que un día en Buitrago del Lozoya descubrió su verdadera pasión.

“La primera vez que vi a aquellos me quedé alucinado”

“Se celebraba un triatlón de media distancia y subí a ver aquel espectáculo y show que se había montado. Ver a aquellos superhombres salir de la natación con el neopreno, montar en bici, correr… me quedé alucinado”, confiesa Jota.

Su enfermedad en los ojos comenzó a limitarle cada vez más, hasta que ocurrió lo que nadie quería. “Perdí la vista del ojo izquierdo, y con 29 años, la del ojo derecho”, comenta el triatleta.

“Saber que tu hermano se va a quedar ciego es difícil de asumir”

“Saber que tu hermano se va a quedar ciego de manera irreversible es duro y difícil de asumir”, señala Jesús García Serrano.

Lejos de autocomplacerse, Jota afrontó su nueva situación de una forma ejemplar. “En cuanto los médicos me dieron el pistoletazo de salida de que ya podía hacer vida normal, en mi cabeza solo tenía una cosa, hacer triatlón”, comenta Jota.

Se abrazó al deporte y ya nada le pudo parar: Lo tengo clarísimo, es un estilo y una forma de vida”.

“Si finalmente puedo estar en Tokio 2020, podré decir que los sueños se cumplen”

Debido a su ceguera total, Jota necesita entrenar siempre acompañado por un guía y ha conseguido a los mejores, el Jota Blind Team, así llama a sus guías y entrenadores Ángel Salamanca, Nacho Jiménez, Edu Segura, Laura Serrés y su hermano Jesús.

Jota no perdona ni un solo día de entrenamiento. En julio comienza la carrera para estar en los Juegos Paralímpicos de 2020 y él quiere estar allí: “Si finalmente puedo estar en Tokio, podré decir que los sueños se cumplen”.

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