"Ya te llamaremos", la difícil inserción del trabajador transexual

Isabel tiene 22 años. Es camarera. Durante más de un año ha trabajado en Italia. Pero echaba de menos Madrid. Su casa, sus amigos, su familia. Hizo de nuevo las maletas y se volvió. Actualizó su currículo y buscó una nueva oportunidad. De momento, Isabel sólo se ha encontrado con un amable "ya te llamaremos".

Pasan los días y su teléfono sigue sin sonar. Pero este miércoles es especial. Llega a la sede de la Fundación 26 de diciembre dispuesta a darle un giro radical a su futuro. “No voy a tirar la toalla y no me voy a esconder. Sólo busco una vida normal. Tener un trabajo y ser feliz con mi familia. Y ya está”, dice. Del tono con el que nos lo cuenta se desprende cierto cabreo, mucho hartazgo y algo de optimismo. “Joder, ¡Que sólo tengo 22 años! ¡De algo tengo que vivir!”

“No voy a tirar la toalla y no me voy a esconder. Sólo busco una vida normal"

El caso de Alexia

El estudio de huesos al que se sometió Alexia el año pasado estipuló que podría tener 18 años. Así que acaba de celebrar sus 19. Sigue sin vestirse de mujer por la calle porque tiene miedo a las agresiones y los insultos. Lleva demasiado acumulado.

A los diez años le dijo a su tía en Camerún que se sentía mujer y su familia le dio de lado. Pasó su adolescencia cruzando África a pie y se metió en una patera sin saber que al llegar a España le esperaría el infierno al que le sometieron sus compañeros del centro de menores en Hortaleza.

“Lo pasé muy mal. Ha sido muy difícil. No sabía qué me pasaba”, nos explica mientras lava la cabeza a un cliente.

“Lo pasé muy mal. Ha sido muy difícil. No sabía qué me pasaba”

Gracias a la Fundación 26 de diciembre, Alexia consiguió un trabajo en una peluquería. Para ella no es sólo un trabajo: es un cambio de vida.

“Sólo trabajamos para dar una oportunidad a un colectivo olvidado”, dice Pedro Bogos, que está al frente de este proyecto. Un plan que cuenta con la financiación de la Comunidad de Madrid. Su trabajo es similar a una agencia de colocación de empleo, pero con fines sociales. Trabajan con los aspirantes y también con las empresas, buscando colaboradores, dando formación a los centros.

Gracias a ellos, medio centenar de transexuales tienen una nómina. Y ya es todo un triunfo porque el colectivo sufre un paro cercano al 80%.

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