El policía que detuvo al 'caníbal de Ventas': "Era frío como un témpano"

  • Hablamos con Ezequiel, quien nos relata una detención, hace ahora un año, que nunca podrá olvidar.

Hace un año, Alberto Sánchez fue detenido por asesinar, descuartizar y comerse a su madre, Soledad Gómez, de 66 años. Una amiga había denunciado la desaparición de la mujer, que tenía varias órdenes de alejamiento sobre su hijo, y dos policías fueron a preguntar a su domicilio, en el número 50 de la calle Francisco de Navacerrada. Ezequiel, uno de esos dos agentes, cuenta a Telemadrid por primera vez la escena que encontraron.

Alberto, el caníbal de Ventas
Alberto, el caníbal de Ventas

Al principio, Alberto se resistió a dejarles pasar, pero finalmente les abrió la puerta. En seguida notaron que algo malo había ocurrido. "¿Dónde está tu madre?", le preguntaron. "Dentro". "¿Y por qué no sale?", cuestionaron de nuevo. "Está muerta".

“Vi la cama cubierta con bolsas de plástico. Encima había restos humanos. También había restos en una caseta de perro"

Inmovilizaron al joven en el suelo y le engrilletaron. Mientras su compañero le custodiaba, Ezequiel entró en el dormitorio de Soledad. “Vi la cama cubierta con bolsas de plástico. Encima había restos humanos. También había restos en una caseta de perro. En el baño me encuentro con sangre y un cuchillo. Hay más resto humanos en un táper en el salón y en la cocina, dentro de varias ollas”.

El caníbal de Ventas confirmaría después en su interrogatorio que asesinó a su madre entre el 6 y 7 de febrero. Después la fue descuartizando con varios cuchillos. A lo largo de dos semanas se fue deshaciendo de los restos tirándolos a la basura, guardándolos en el horno y en táperes e, incluso, comiéndose algunas partes y dándoselas a su perro.

Momento del arresto del caníbal de Ventas
Momento del arresto del caníbal de Ventas

A Ezequiel le llamaron la atención dos cosas. Primero, la ausencia de olor en la casa pese al tiempo transcurrido desde el asesinato. Pero lo más destacable era la actitud de Alberto. “Cuando detenemos a un asesino, suele estar nervioso. Él era frío como un témpano”, dice.

“Cuando detenemos a un asesino, suele estar nervioso. Él era frío como un témpano”

Ha pasado un año y a Ezequiel le sigue costando olvidar. Admite que rememorarlo le pone nervioso: “Encontramos una cabeza encima de la cama, unas manos, es muy fuerte, una experiencia que nunca te hubieras imaginado. Lo único positivo es el haber detenido al autor del asesinato, que es para lo que estamos”. Ese, dice, es el único consuelo.

Desde hace un año, el caníbal de Ventas está en prisión.

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