Cuatro Caminos: historias del Metro de Madrid a 45 metros bajo tierra
En 1919 un mundo subterráneo cobró vida bajo la glorieta de Cuatro Caminos. Un mundo que se llenó de historias
Hace más de cien años, en 1919, un mundo subterráneo cobró vida en Madrid. Por debajo de la superficie, cuatro kilómetros unieron la Puerta del Sol con Cuatro Caminos. Los madrileños se acostumbraron a viajar bajo tierra.
El Tren de la Navidad ya recorre el metro de Madrid. Este lunes ha comenzado su viaje subterráneo para llevar la Navidad también bajo tierra. Hasta el próximo 6 de enero, trasladará a los usuarios del suburbano la magia de estas fechas.
Este año, además, Metro organiza nuevas acciones para ofrecer una experiencia inolvidable a los viajeros como son los pases especiales que un mago realizará para los más pequeños en la estación de Moncloa, un belén en el Museo de los Caños del Peral en la estación de Ópera o un concierto de música típica de estas fechas en la Nave de Motores.
Magia en Metro de Madrid
El 'Tren de la Navidad' regresa a la línea 6, decorado con luces y adornos festivos, para que los usuarios disfruten de un mágico viaje. El convoy estará “habitado” por pajes y Papá Noeles durante los fines de semana, que añadirán encanto al recorrido.
Para llegar a más niños, Metro ha organizado pases escolares concertados previamente con colegios de la Comunidad de Madrid que tendrán lugar del 25 de noviembre al 19 de diciembre en la estación de Moncloa.
Allí, se ha habilitado el “Aula de la Navidad”, con espectáculos de magia en tres sesiones diarias, después de las cuales, los escolares, acompañados de elfos, subirán al tren de la Navidad y disfrutarán del viaje hasta Nuevos Ministerios. Estas sesiones no son abiertas al público, si no que se han organizado con anterioridad con los centros escolares.
Un tren que te lleva por toda la Navidad
Además de estas actividades, hay que añadir en la estación de Ópera la posibilidad de visitar la Natividad cuyo montaje corre a cargo de la Asociación de Belenistas de Madrid, que adornará, desde el 5 de diciembre, el Arco del Acueducto de Amaniel conservado en el museo de los Caños del Peral ubicado en dicha estación. Las tallas de gran tamaño, de un metro diez de altura aproximadamente, provienen de la conocida escuela olotina (Girona) y representan con gran emotividad la Sagrada Familia y la adoración de los Reyes Magos.
Música y maquetas
Por otro lado, el día 20 de diciembre tendrá lugar el concierto de Navidad en la Nave de Motores de Pacífico, a cargo del grupo de viento metal, Atlántida Brass. Durará 60 minutos e interpretarán un amplio repertorio de música navideña y popular. Para acceder al concierto, que también es gratuito, será necesario reservar .
En este mismo espacio, la Nave de Motores, a partir del 6 de diciembre, se llevará a cabo una exposición de maquetas de material móvil histórico.
En concreto, se podrá ver una maqueta a escala 1:14 que reproduce el material móvil clásico, modelo Cuatro Caminos, y otras seis maquetas a escala 1:20 de coches clásicos, elaboradas por alumnos del Grado Superior en Modelismo y Maquetismo de la Escuela Pública de Diseño ArteDiez.
Simulador histórico
También será posible, desde el 20 de diciembre, probar el simulador histórico en la exposición de trenes clásicos de Chamartín.
La experiencia consistirá en un recorrido por las estaciones del tramo inaugural, donde se podrá visitar las estaciones y desplazarse por ellas en el primer tren que circuló en el suburbano madrileño. La experiencia se realizará utilizando mandos tipo Xbox sobre pantallas de gran formato (85”). Es necesario hacer la reserva de las sesiones en la web
Visitas a los Museos
Y, por último, como ya es tradición, Metro ampliará los días de visitas a sus museos (Nave de Motores, Chamberí, Los Caños del Peral, Vestíbulo Histórico Pacífico y Exposición de Trenes Históricos en Chamartín) para que los madrileños puedan disfrutar de ellos durante todos los días de las vacaciones escolares navideñas. De esta manera, se podrán visitar de lunes a domingo, en diferentes horarios. Todos ellos estarán disponibles en la web habilitada para ello, donde también se puede reservar la cita previa.
“Cuatro Caminos es una de las primeras ocho estaciones que se construyen al inicio de Metro de Madrid, ésta era la cabecera de la Línea 1, que tenía su finalización en Sol”. Mientras nos acompaña en un recorrido por el vestíbulo, los pasillos y los andenes de este punto neurálgico de la red de metro, Paloma Segovia, portavoz de Patrimonio Histórico del Metro de Madrid, nos cuenta la historia de la estación y cómo fue creciendo: “En 1929 se realiza su ampliación hacia el norte, hasta Tetuán y la Línea 2 se amplía desde Quevedo hasta Cuatro Caminos”.
La estación más profunda de toda la red
Desde aquellos primeros andenes bajo la calle Santa Engracia, la estación creció en todas direcciones. También hacia abajo: "En 1979 se abre la Línea 6, que tiene su primer trayecto desde Pacífico hasta Cuatro Caminos, y Cuatro Caminos se convierte en la estación más profunda de toda la red, con 45 metros bajo tierra", nos explica Paloma Segovia.
Casi 80.000 personas pasan por Cuatro Caminos cada día, los que buscan la Línea 6 tienen que descender el equivalente a un edificio de 15 pisos.
“Parece que bajas al fin del mundo, son muchas escaleras”, nos dice un universitario que utiliza el metro a diario para ir a sus clases. Rememora sus primeras veces en el metro: “Cuando era pequeño, con mi madre y algunas veces con el cole”. No recuerda exactamente cuándo fue eso, pero, teniendo en cuenta su juventud, pensamos que no han podido pasar muchos años.
Hacia el futuro
Continuamos nuestro viaje en el tiempo con Paloma. Al llegar a los tornos, es ya casi un viaje al futuro: "En el año 2022 se hizo una reforma integral de toda la estación con dos hitos importantes, se instalaron tornos inteligentes e iluminación led en los andes, que cambian de tono según la línea o para eventos".
Los nuevos tornos tienen luces led en las puertas y en el suelo, cambian de color con la validación del billete, de rojo a verde, e indican las líneas a las que dan acceso. Una pantalla informa al viajero de la admisión del billete y el torno emite un aviso acústico cuando se abre.
En los andenes de la Línea 1, unas columnas proyectan haces de luz de color azul hacia la bóveda. En la Línea 2 las luces son rojas. No hay manera de que nadie se equivoque de andén.
Además, las luces cambian de color en relación a diferentes eventos, como el Día Mundial de la Lucha Contra el Cáncer de Mama.
Con un diseño futurista, Cuatro Caminos es ahora una de las estaciones más modernas. Pero no olvida sus orígenes. Su historia.
Recuperando el pasado
"En el exterior se ha recuperado la farola que tenían las primeras ocho estaciones, diseño de Antonio Palacios". Paloma nos explica para qué servía: " Estas farolas eran imprescindibles ya que proyectaban luz sobre la entrada y gracias a ella los madrileños sabían dónde estaba la boca de metro por la noche". Eran otros tiempos. Tiempos de calles más oscuras.
Se han recuperado también otros elementos creados por Antonio Palacios, el arquitecto que diseñó las primeras estaciones, como la barandilla de piedra en la entrada y, para mantener viva la historia, en el interior se han colocado grandes fotografías antiguas que dan testimonio de cómo era la vida hace cien años en la glorieta de Cuatro Caminos.
“Unos murales de aluminio impreso recogen la historia de la estación y del barrio", explica Paloma, "también se ha recuperado el azulejo original que tenían todas las estaciones históricas, un azulejo blanco biselado que ayudaba a que penetrara la luz al interior”.
En el distribuidor de la Línea 1 y 2, un mural de más de cinco metros de ancho y casi tres de alto, muestra la evolución urbana del barrio a lo largo de este siglo.
Otro mural, de 60 metros de longitud, se extiende en el andén de la Línea 2. En él, un tren representa un viaje de cien años por la Historia. La ropa de los viajeros y el diseño de los vagones dibujados señalan el paso del tiempo y la evolución de la sociedad y de Metro del Madrid.
¿Recuerdas tu primera vez en metro?
Más de cien años llevando viajeros de un lado a otro de la ciudad en un ritmo incesante. Un latido continuo bajo la piel de Madrid que transporta por las venas de la ciudad, para que le den vida, como si de diminutos glóbulos rojos se tratara, estudiantes, trabajadores, turistas, jóvenes, niños, mayores, madrileños de origen, de paso o de adopción. Madrileños todos.
El primer recuerdo que tiene Paloma Segovia del metro es “ir a mis clases del Conservatorio, cogía la Línea 1 desde Bilbao hasta Atocha para ir al Real Conservatorio de Madrid, recuerdo los asientos de madera y que una vez un señor me cedió su asiento porque yo era muy pequeñita, iba con una de mis hermanas mayores de la mano”. Como todos aquellos a los que preguntamos por su primera vez en el Metro de Madrid, Paloma Segovia, sonríe al contestar.
El metro es una experiencia compartida. Puede que no seamos demasiado conscientes de ello pero nos ha acompañado en momentos clave de nuestra vida. Siempre ha estado ahí. Es parte de nuestros recuerdos de infancia. Nos vio crecer.
Antonio se detiene en su camino hacia el andén de la Línea 1 y él también sonríe al recordar cuándo viajó en metro por primera vez: “con unos ocho años, eran los años 80 y me impresionó mucho porque yo no vivía en Madrid”.
“Yo no recuerdo la primera vez que monté en metro”, nos dice otro joven estudiante, y hace memoria durante unos segundos: ”La verdad es que nunca me ha pasado nada remarcable en el metro… pero supongo que eso es bueno” añade mientras despliega una enorme sonrisa. Antes de despedirnos nos dice que “funciona muy bien” y que por eso "hay días que llego a clase antes de tiempo". Agradecemos que hoy sea uno de esos días, porque así hemos podido hablar con él.
Miradas compartidas a 45 metros bajo tierra
Si el Metro de Madrid es recuerdo de infancia, también señala, y está ligado a otro instante decisivo en la vida de los humanos que viven en la superficie: El momento en que te dejan ir solo en el metro por primera vez es el momento en que, definitivamente, has dejado atrás la niñez. Eres ‘mayor’.
Mientras espera a que llegue su tren en el andén de la Línea 1, César recuerda ese momento como muy especial: “Siempre vas con un adulto y luego, cuando montas por primera vez tú solo, es mucho más agradable, te sientes bien, lo recuerdo como una experiencia muy bonita”.
César, español de Chile, nos habla de un reencuentro inesperado con el metro por testigo: “Me encontré con una profesora del cole, que no la veía desde que era pequeño, en Chile, nos sentamos los dos en el mismo vagón, uno al lado del otro, fue increíble, de repente mirar al lado, encontrarme con ella y decir ‘no me lo puedo creer’”.
Trabaja como fisioterapeuta y recuerda el metro en los meses de la pandemia, los tiempos en que “a la gente sólo le veías los ojos”. Pero “son los ojos los que lo dicen todo”, nos explica. Para César, el metro es un lugar donde conectar, por un momento, con otros seres humanos, “porque al final en el metro vas mirando las caras de la gente, uno mirando hacia el otro, frente a frente y se mira muchísimo a los ojos de la otra persona en el metro, es el momento en el cual se comparte mucho” .
A Ángela, ya jubilada hace tiempo, el Metro de Madrid le acompañó en un momento decisivo de su vida, por eso recuerda muy bien su primera vez: “Tenía 22 años y lo cogí porque empecé a trabajar en Telefónica, entonces vivía en Alcobendas, después me mudé a San Bernardo e iba andando”. “¿Es usted de las pioneras de Telefónica?”, le preguntamos, “no, no”, aclara riéndose, “ésas eran las que enchufaban las clavijas, yo estaba en oficina”. Bueno, todas han sido importantes, le decimos.
“Toda la gente que leía en metro”
Si los madrileños que llevan años en la ciudad o han nacido aquí, guardan buenos recuerdos del metro y lo asocian a importantes momentos de su vida pero no recuerdan fechas, los que vinieron en busca de una vida mejor suelen recordar, exactamente, el día en que bajaron por primera vez las escaleras.
Una joven madre colombiana, con su bebé dormido en el carrito, nos cuenta que “el primer día que llegué a Madrid monté en metro, me gusta mucho, en mi país es muy diferente” y detalla que eso ocurrió, exactamente, el 11 de diciembre de 2022 y que todo le llamó la atención, sobre todo “las estructuras de las estaciones, me gustan mucho”.
Para Edith, peruana, lo mejor del Metro es que “está muy organizado, no me pierdo, tiene muy buena señalización” y, añade con una sonrisa, que “la gente es muy amable, tanto los que trabajan como los que viajan”. Marjorie nos dice que Cuatro Caminos es parte de su vida, "vengo todos los días porque mi pareja trabaja aquí".
Margalida llegó a Madrid desde Mallorca hace años. Mientras espera el ascensor nos cuenta que en el Metro de Madrid encontró algo que la sorprendió mucho: “Toda la gente que leía en el metro, dentro de los vagones y no libros electrónicos, sino físicos, en cada vagón había unas 12 o 13 personas leyendo. Eso me gustó. Me gustó mucho”.
Juan coge el metro desde el año 1951, “quizá 1952”, y continúa haciéndolo “casi a diario”, nos dice casi sin detenerse porque “llevo mucho prisa”. José Luis, con más tiempo para llegar a su destino, se detiene un momento para contarnos que lleva cuarenta años usando el metro, desde muy pequeño y que su padre era jefe de estación “así que muchas veces viajaba gratis”. Aquel metro le dio muchos recuerdos felices pero, más allá de la nostalgia prefiere el de ahora porque “es más rápido y cómodo y antes había pocas escaleras mecánicas”. Los tiempos avanzan.
César (esta mañana encontramos muchos ‘César’ en el metro), nos dice que el Metro de Madrid “le da mucha suerte”. Tiene razones para decirlo: “Me encontré un billete de 50 euros en un vagón vacío”. Es el que más sonríe.
Cien años de historias
El Metro de Madrid nació con ocho estaciones: Cuatro Caminos, Ríos Rosas, Martínez Campos, (glorieta de Iglesia), Chamberí, Glorieta de Bilbao, Hospicio (Tribunal), Red de San Luis (Gran Vía) y Puerta del Sol.
Cien años después, cubre 295 kilómetros y 302 estaciones y Cuatro Caminos continúa siendo uno de los puntos clave de la red.
Casi 80.000 personas pasan por esta estación cada día. Personas camino de sus estudios, sus trabajos, sus ratos de ocio, quizá sus sueños. Muchas historias. Cien años de historias.
Y las que quedan por venir.
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