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Trece explosiones simultáneas en cuatro trenes de Cercanías de Madrid provocaron el mayor atentado terrorista en Europa, que dejó un balance de 192 muertos y más de 2.000 heridos.

La mañana del 11 de marzo de 2004, en plena hora punta, miles de trabajadores y estudiantes se dirigían, como cada día, a sus centros de trabajo y formación. Pero el terrorismo yihadista se cruzó en sus caminos con bombas colocadas en mochilas en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia. Los servicios de emergencias se enfrentaron a su mayor reto y los madrileños se lanzaron a las calles haciendo cola para donar sangre o ayudar a los heridos, en una ola de solidaridad que continuó los días siguientes con manifestaciones multitudinarias por toda la región, extensibles a todo el país.

En plena campaña electoral de las generales del 14 de marzo, a primera hora de la mañana políticos y medios de comunicación no pensaban en otra posibilidad que el terrorismo etarra, que en aquellos años seguía golpeando con asesinatos y acciones violentas. Pero a mediodía los servicios de inteligencia y las primeras investigaciones comenzaron a contemplar la vía yihadista, que finalmente se confirmó.