El 9 de junio de 2012, en plena tormenta por la crisis financiera que el mundo occidental venía arrastrando desde 2008 a partir de la caída del gigante Lehman Brothers, la economía española tocó fondo. El ministro Luis de Guindos informó en rueda de prensa de que España había solicitado a Europa "una línea de liquidez" de hasta 100.000 millones de euros que permitiese recapitalizar y reorganizar el tejido bancario de nuestro país, que estaba en plena caída en picado.
El ministro lo calificó entonces como "préstamo en condiciones muy favorables", que en el bolsillo de los contribuyentes se tradujo después en recortes y reformas estructurales. Era la alternativa al rescate como país por el que ya habían pasado Grecia, Portugal e Irlanda. Lo cierto es que buena parte de ese dinero aún no ha sido devuelto por parte de las entidades financieras que se acogieron a las ayudas, y el Estado ha reconocido en varias ocasiones que no espera recuperarlo. Fueron los peores momentos de la peor crisis financiera mundial desde la Gran Depresión del siglo XX.