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(Actualizado

Farinelli, sobrenombre por el que era conocido Carlo Broschi (Andria, 24 de enero de 1705 - Bolonia, 16 de septiembre de 1782), cantante castrato italiano, uno de los más famosos del siglo XVIII. Nació en el seno de una familia de la baja nobleza.

Fue castrado, por lo que visto su origen acomodado en este caso, sí debió ser cierta la versión oficial (común en estos casos) de que su castración fue una necesidad médica después de sufrir un accidente con un caballo. Aunque la castración estaba penalizada, las autoridades de la época solían hacer la vista gorda y no perseguían estos delitos.

Lo común era que sus familias los llevaran a la operación con el convencimiento de que sus hijos podrían convertirse en grandes cantantes. Muchos de los niños provenían de familias pobres de los áridos campos de Nápoles donde la esperanza de vida no llegaba más allá de los 30 años.

Si el niño tenía dotes para el canto alcanzaría el reconocimiento; en cambio, si las aptitudes vocales no llegaban al límite exigido ante la enorme competencia, se ordenaba sacerdote, acabando así en los coros de las iglesias.

Siguiendo la tradición de quienes le precedieron, Farinelli fue enviado a un conservatorio, lugar reservado para el entrenamiento de los castrati. En estos lugares se daba amplio entrenamiento de voz a los niños, lecciones acerca de composición y también les daban la oportunidad de improvisar; de ahí los informes de que Farinelli daba toques personales a las piezas ya compuestas que se le daban para cantar, para la delicia de su público.

Carlo Broschi eligió el seudónimo Farinelli en agradecimiento a los hermanos Farina, mecenas que pagaron muchos años sus estudios y su manutención.

Bajo la instrucción de Nicola Porpora, Farinelli adquirió una voz de maravillosa belleza. Se hizo famoso en el sur de Italia como il ragazzo («el muchacho»). Su primera actuación en un lugar público fue en 1720, con la Angelica e Medoro, de Porpora.

En 1722 realizó su aparición en Roma, con Eumene, de su maestro, despertando un gran entusiasmo al superar a un popular trompetista alemán, a quien Porpora había compuesto un "obligado" (partitura con una notación musical concreta) para una de las canciones del joven; al sostener y aumentar una nota de prodigiosa longitud, pureza y poder, y en las variaciones y gorjeos que lanzó al aire. En las óperas, regularmente cantaba papeles de mujer, como por ejemplo, Adelaida, en Adelaide, de Porpora.