Vídeo: Redacción | Foto:Telemadrid
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El orgullo madrileño es de sobra conocido. Como lo es la repercusión que ha tenido la vanidad en la moda, la belleza, las joyas e incluso el arte, es decir, en el devenir histórico que se han dado en cada época.

En el siglo XVII se podía determinar la clase social y la profesión de cada individuo a través de su vestimenta: los médicos lucían una ostentosa sortija en el pulgar, los jueces llevaban una larga vestidura de paño y los soldados se distinguían, más allá de su uniformes oficiales, por sus bigotazos. La apariencia no era banal sino obsesión.

Las pasiones, los pecados y las virtudes que mueven el mundo, las encontramos también en el Madrid que no aparece en las guías, contado a través de la mirada de sus protagonistas.

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