La curva de contagios en los municipios de la Comunidad de Madrid ha ido subiendo y bajando durante este año de pandemia de covid-19 entre el miedo a lo desconocido al principio y la necesidad de convivir con el virus en los sucesivos meses.
Si bien no es posible plantear una comparación 100% fiable entre los distintos picos de contagio, puesto que al principio no se hacía el mismo número de pruebas PCR que en la actualidad, y seguramente la incidencia estuvo infravalorada, sí se puede observar claramente las tres subidas en la tasa de positivos por cada 100.000 habitantes, que ha sido el principal baremo para medir la gravedad de la situación en cada momento de la epidemia.
Primavera: la explosión
Así, en los principales municipios de la región, el comportamiento fue similar, como se observa en la gráfica. La primera ola llegó a su pico más alto entre la última semana de marzo y la primera de abril. Con la salvedad de Torrejón y Alcalá de Henares, que fueron una semana por delante. De hecho, el de Torrejón fue el primer foco de transmisión comunitaria en la Comunidad.
La explosión de la primera ola llegó entonces a Leganés, con el Severo Ochoa completamente colapsado y teniendo que derivar pacientes a otros hospitales. La localidad del sur alcanzó un máximo de 738 casos por 100.000 habitantes en la semana del 6 de abril. Curiosamente, las olas posteriores en Leganés no fueron mucho mayores que la primera, lo que pudo deberse a una mayor inmunización inicial de la población. En Alcalá sucedió algo similar entre la primera y la segunda ola, cuando la incidencia rondó los 500 casos. Sin embargo, en la tercera, que ha llegado a su punto más alto el 2 de febrero, la curva se elevó por encima de los 1.000 positivos.
En general la mayoría de municipios vieron cómo a finales de abril la curva acabó por bajar y durante dos meses y medio, hasta finales de julio, la tasa de incidencia estuvo por debajo de 50 casos, el criterio europeo por encima del cual un país es considerado de riesgo, y que ahora parece tan lejano.
Segundo ola: la relajación llegó en verano
Como se aprecia en el mapa de evolución, los 179 municipios de la región tornaron a color blanco durante la primavera y el verano. Sin embargo, en agosto comenzó la segunda ola. Aparentemente más controlada (el número de fallecidos no superó los 50 ningún día), sí pintó el mapa de Madrid de tonos más rojizos, sobre todo en toda la zona sur (Fuenlabrada, Humanes, Parla) y en el norte (San Sebastián de los Reyes y Alcobendas).
Consecuencia de ello, llegaron las primeras restricciones perimetrales por zonas de salud y municipios. Fuenlabrada y Parla se convirtieron en las primeras grandes ciudades en superar los 1.000 casos por 100.000 habitantes a mediados de septiembre, y la segunda ola fue perdiendo entonces fuerza durante el otoño. Sin embargo, no fue como en primavera. Ningún municipio de los principales llegó a bajar de los 100 casos y el virus estuvo siempre latente. Incluso algunos vivieron un repunte o incluso tercera ola adelantada entre finales de octubre y primeros de noviembre, como Collado Villalba o San Martín de Valdeiglesias.
Tercera ola: ¿inevitable tras la Navidad?
La tercera ola (cuarta para algunos) está justo en descenso cuando se cumple ahora un año del inicio de la pandemia. Esta última ha sido la peor en términos de contagios y de tasa de incidencia. Aranjuez o Alcobendas han superado por mucho los 1.000 casos, otros municipios -no pequeños- como Villarejo, Cadalso o Estremera han superado los 2.000 y los 3.000, y hasta 1,8 millones de madrileños (el 27% de la población) han estado confinados en el momento de más restricciones.
La pandemia entra ahora en una nueva fase de pronunciada bajada de la incidencia. Hasta 30 municipios de la región, según los datos de la última semana, se encuentran ya con una tasa inferior a los 100 casos. Del mantenimiento de las medidas de prevención, y sobre todo del ritmo de vacunación, dependerá la llegada de posibles futuras olas.