El próximo domingo, a las 22:00 y tras la correspondiente presentación de Juan Luís Álvarez, LaOtra Sala Clásicos emitirá “La profecía”. Dirigida por Richard Donner en 1976, en ella comienzan las andanzas del diabólico Damian, hijo de un diplomático americano (Gregory Peck) y su esposa (Lee Remick), que se resisten a creer que tenga que ver con los sucesos misteriosos y las inesperadas muertes que ocurren a su alrededor. La película ganó un Oscar y el niño (Harvey Stephens), que se hacía tan bien el papel de inquietante, fue candidato al Globo de Oro. “La profecía” fue un éxito de tal calibre, que a Gregory Peck, que renunció a parte de su sueldo a cambio de un 10% de los beneficios, le hizo multimillonario.
“La profecía” está rodeada de un cierto aura de fatalidad. El mismo día y casi a la misma hora, los aviones en que viajaban por un lado Gregory Peck y por otro el productor del film, fueron golpeados por un rayo en pleno vuelo. Peck además, retrasó un viaje por aire y se estrelló el avión en que tendría que haber viajado. En uno de los trayectos hacia el rodaje los actores sobrevivieron a un choque frontal pero no la novia del encargado de efectos especiales que resultó decapitada. Hasta los rotwailer atacaron a sus entrenadores sin ningún motivo…
Y justo después, al filo de la media noche, nos reencontraremos con la señora Danvers (Judith Anderson). El ama de llaves de “Rebeca” es uno de los personajes más turbadores visto jamás en pantalla, al que Alfred Hitchcock dotó de un halo especialmente misterioso, haciendo que apenas se la viera caminar. Cuando la señora de Winter (Joan Fontaine) a la que tenía aterrorizada, entraba en una estancia, ella estaba allí de pie, mirándola burlona; esperándola como la araña espera a su presa.
La mezcla entre romance, suspense y hasta humor y terror, es pura filigrana. La primera película americana de Hitchcock, fichado en Hollywood por su extraordinaria carrera en Inglaterra, fue un éxito con muy pocos precedentes (obtuvo once nominaciones y dos Óscar). Es de lo mejor que se haya hecho jamás. La película tuvo tanto éxito en todas partes y especialmente en España, que desde entonces a las chaquetas de lana que lleva casi permanentemente la protagonista para subrayar su falta de pretensiones a la hora de arreglarse, las llamamos “rebecas”.
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