"Vamos a sufrir hasta el último minuto pero no tengo la mínima duda de que lograremos la salvación". Esta frase, repetida en numerosas ocasiones por Juan Antonio Anquela, permitió al vestuario del Alcorcón ganar en confianza y no dejar de creer en un sueño que se ha hecho realidad en la temporada más difícil de su historia reciente.
Con el equipo colista tras diez partidos disputados, cuatro puntos sumados de treinta posibles, catorce goles encajados por solo tres a favor, y dando una imagen muy mala jornada tras jornada, el Alcorcón decidió prescindir de Mere Hermoso. Con el agua al cuello por esa mala dinámica, el club alfarero fue consciente de que si había alguna persona que podía revertir eso era Anquela.
Una llamada de auxilio hizo posible que el 9 de noviembre de 2020 Anquela regresara al Alcorcón. Lo hizo ocho años y medio después de su marcha convertido en símbolo del club por éxitos como la salvación cuando el equipo se iba a Tercera en 2008, la eliminación del Real Madrid en Copa del Rey en 2009, el ascenso a Segunda en 2010 o la promoción por subir a Primera en 2012, de la que se quedó a solo un gol.
Su papel no era fácil. La salvación podría convertirlo de nuevo en héroe pero un descenso podría empañar la imagen y la trayectoria impecable que atesoraba anteriormente en el conjunto alfarero.
Consciente de las posibilidades de la plantilla, su llegada pronto se comenzó a materializar en buenos resultados y la mejoría del equipo se notó, aunque la rémora por la mala puntuación y la baja autoestima fue una losa importante durante gran parte de la temporada.
Al final, los números de la temporada reflejan el trabajo de Anquela y su cuerpo técnico con doce victorias, ocho empates, doce derrotas y 29 goles a favor por 28 en contra.
"El trabajo de Anquela ha sido fundamental. Él nos abrió el camino y nos hizo creer que era posible", declara el capitán de la plantilla, Laureano Sanabria, Laure.
Anquela tiene ADN Alcorcón. La conexión con el club y con este municipio madrileño de unos 170.000 ciudadanos censados es total. Tal es la veneración y el agradecimiento de la hinchada alfarera que, hace unos días, la Federación de Peñas del club hizo una petición formal al ayuntamiento que preside Natalia de Andrés para que otorgue el nombre a "una calle, plaza, instalación deportiva u otro lugar" al técnico jienense.
Con la agonía del sufrimiento por la permanencia en la última jornada, pero también con el éxtasis por la celebración final, el Alcorcón afronta ahora un profundo periodo de reflexión. Por delante muchas incógnitas por despejar y sobre todo un ejercicio de autocrítica interna para tratar de no cometer los errores del pasado verano, cuando una mala planificación revertida a tiempo salvó al equipo de un descenso que hubiera sido nefasto para el club.