Inmerso en una mala racha de resultados (once encuentros consecutivos sin ganar entre la temporada pasada y la actual), el Getafe apenas tiene buenas noticias con sólo 5 puntos de 18 posibles y con el Barcelona a la vuelta de la esquina.
Una de ellas, es, sin duda, la recuperación de Mauro Arambarri, prácticamente desaparecido durante casi dos años por culpa de las lesiones.
El centrocampista charrúa, uno de los pilares de la mejor época de José Bordalás en el banquillo del Getafe, ha vuelto.
Prácticamente lesionado desde octubre de 2022, ha pasado por un calvario de dos años que puede darse por finiquitado. Arambarri se ha recuperado por completo y de nuevo es pieza clave en la sala de máquinas del conjunto azulón.
La pasada jornada, ante el Leganés, disputó su primer partido completo en un año. Jugó los 90 minutos, rindió a un gran nivel, físicamente está otra vez a pleno rendimiento e incluso se permitió el lujo de acariciar el gol con un remate acrobático que salvaron entre el guardameta Marko Dmitrovic y el larguero de la portería del cuadro pepinero.
Además, en la jornada anterior, frente al Betis, participó en la última media hora y marcó el único tanto de su equipo, derrotado 2-1.
Y también en Sevilla, pero en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán, hace apenas diez días, apareció en un once inicial en Liga después de casi un año.
La evolución de Arambarri es perfecta, como deseaban en el cuerpo técnico del Getafe. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, ha ido entrando en la dinámica de los elegidos hasta volver a asentarse en la alineación a pleno rendimiento. Sin embargo, hasta que ha llegado este momento, Arambarri ha sufrido un auténtico infierno.
Octubre 2022-agosto 2024, dos años prácticamente parado
Su primera lesión, en octubre de 2022 durante un partido ante el Valladolid, le obligó a pasar por quirófano. Tuvo que ser intervenido de una rotura de la sindesmosis de su tobillo derecho y reapareció cuatro meses después, tras perderse 17 partidos, para jugar ante el Atlético de Madrid. Entre medias, se perdió el Mundial de Catar cuando era un firme candidato a jugarlo con Uruguay.
La alegría de su reaparición apenas duró cuatro jornadas. A la quinta, tras forzar su vuelta por la necesidad de su equipo, en plena pelea por no descender, provocó una recaída en su tobillo y tuvo que volver a pasar por quirófano. Volvió a perderse otros nueve encuentros, regresó para ayudar a sus compañeros y sus esfuerzos le pasaron factura: en el verano de 2023 fue operado de nuevo.
El plan para Arambarri la pasada temporada cambió. La idea era no forzar su regreso. Por eso, se perdió todos los amistosos de la pretemporada y las tres primeras jornadas. Reapareció en el Bernabéu en la cuarta y fue sumando minutos hasta que en la décima volvió a caer en la enfermería.
En esta ocasión, sufrió una rotura parcial del menisco externo y de uno de los fascículos del ligamento cruzado anterior en una rodilla. El diagnóstico, entre seis y ocho meses de baja.
El jugador uruguayo se perdió toda la temporada y los cuatro primeros amistosos del verano. Regresó el pasado 7 de agosto y lo hizo con gol, el de la victoria (1-0) ante el Saint-Étienne en el único partido de los últimos 17 que ha ganado el Getafe entre amistosos y oficiales.
Después, en todos y cada uno de los duelos de Liga ha disfrutado de minutos hasta hacerse con un hueco en el once. Junto a Milla y Uche forma parte de un trío más que respetable de centrocampistas que pueden levantar la mala racha de resultados de su equipo.
Pero la realidad es que Arambarri sólo ha participado en 1.501 minutos de los 7.380 posibles de las tres últimas temporadas, es decir, apenas el 20,3 por ciento.
Las lesiones frenaron una carrera meteórica que alcanzó sus mejores cotas cuando el Getafe de Bordalás acabó quinto en la temporada 2018/19 y disputó la Liga Europa en la 2019/20.
Ahora, con 28 años, tiene una oportunidad de oro para volver al nivel con el que tocó la cumbre en un equipo que necesita a uno de sus jugadores más importantes para dejar atrás una crisis que comienza a ser alarmante.
Su buen rendimiento ante el Leganés la pasada jornada, es una de las pocas cosas por las que puede sonreír Bordalás, que tiene en la figura del uruguayo a uno de los pocos brotes verdes de su equipo.