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El jamaicano Usain Bolt se convirtió en el primer atleta de la historia que conquistas tres títulos olímpicos consecutivos de 100 metros al imponerse en la final de los Juegos de Río con un registro de 9.81.

Ninguno de sus rivales fue capaz de hacerle sombra pese a que hace solo un mes había tenido problemas físicos. El estadounidense Justin Gatlin volvió a colgarse la medalla de plata con 9.89 y el canadiense Andre de Grasse completó el podio con 9.91.

UN ESTADIO REPLETO

En un estadio Olímpico por vez primera en tres días repleto (56.000 espectadores) en su honor, Bolt se ganó al público brasileño, que le admitió como ídolo propio y coreó su nombre las tres veces que compareció en la pista, en tanto que abucheó con fuerza a Gatlin cada vez que apareció en pantalla.

Con once títulos mundiales a sus espaldas, Bolt eleva a siete su colección de medallas olímpicas y logra el primero de los tres objetivos que se ha propuesto en los Juegos de Río. Ahora le quedan los 200 metros y el relevo 4x100 para rematar su triple-triple olímpico.

Hora y media antes, Bolt ya había sembrado el pánico entre sus adversarios, a los que infligió una primera derrota psicológica. Ganó la segunda semifinal con una marca de 9.86 -su mejor registro del año- pese a ser el más lento en la salida y bajar los brazos en los últimos metros al comprobar que nadie venía por los flancos.

El francés Jimmy Vicaut dominó la primera semifinal con 9.95 y el estadounidense Justin Gatlin, abucheado por un público que no le perdona su pasado (cuatro años suspendido por dopaje) se impuso en la tercera con 9.94.

Como siempre que se aproximaba un gran campeonato, también en vísperas de estos Juegos se abrió un debate sobre el estado de forma de Usain, con opiniones divididas entre quienes apostaban por un nuevo triple y quienes auguraban que la hora de la derrota se acerca inexorablemente también para él, a medida que cumple años y su cuerpo acumula achaques.

El 22 de julio pasado, al ganar los 200 metros de la reunión de Londres con un crono de 19.89, Bolt disipó en Londres muchas dudas, a tres semanas de los Juegos. Había tenido que renunciar a los campeonatos jamaicanos debido a una lesión en un muslo pero esa marca confirmaba su recuperación.

La enésima visita al doctor alemán Hans-Wilhelm Müller-Wohlfahrt, al que recurre siempre antes de los grandes campeonatos, le devolvió la confianza para atacar con garantías el tercer triplete olímpico, el último que intenta, pues ha dicho que estos serán sus últimos Juegos.

Bolt llegó a Río en el cuarto puesto del ránking mundial de 100 metros con 9.88, a ocho centésimas de su eterno rival, Justin Gatlin, que fue campeón olímpico hace ya doce años en Atenas, escenario de una amarga experiencia para un Bolt adolescente (17 años) que fue eliminado en la primera ronda de 200.

Ninguno de los dos conocía la derrota este año, de modo que al menos uno de los dos iba a perder el invicto en la final olímpica. Gatlin, cinco años mayor que el jamaicano, llevaba siete victorias esta temporada pero, como el año pasado en los Mundiales, fue a perder en el peor momento.

La escuela estadounidense contaba, para batir a Bolt, con un esprinter experimentado -Gatlin- y un Trayvon Bromell trece años más joven que ya fue medallista de bronce el año pasado en la final mundialista de Pekín y en marzo pasado se coronó rey del esprint en pista cubierta, aunque una tendinitis le ha molestado durante la campaña al aire libre.

Aclamado por el público, Bolt ejecutó una salida pareja con la de Gatlin (155 frente a 152 milésimas) y, como el año pasado en la final mundialista de Pekín, estuvo por detrás del estadounidense hasta mitad de recta. A partir de ahí impuso su poderosa zancada para acabar con las remotas esperanzas de Gatlin, el malo de la película, para el público brasileño.

El mejor velocista de la historia, en posesión de los récords mundiales de 100 metros (9.58) y 200 (19.19), ambos conseguidos en los Mundiales de Berlín 2009, no ha vuelto a batir sus plusmarcas y es probable que, a punto de cumplir 30 años, ya nunca lo haga, salvo, tal vez, en 200, su prueba preferida.

A partir del martes empezará a escribir una nueva página, esta vez en los 200, su prueba preferida, en la que no descarta batir su récord del mundo.