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La selección brasileña salió del Mundial que organizó con el objetivo de coronarse campeón desacreditada e inmersa en una profunda crisis, un panorama muy difícil para superar en los próximos meses para el pentacampeón.

La intención manifiesta de Luiz Felipe Scolari de mantenerse en el cargo de seleccionador puede dificultar la labor de renovación y de recuperación de la confianza, pues el técnico terminó muy desgastado con la afición y la prensa brasileña.

EL FUTURO DE SCOLARI

Algunos directivos de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), entre ellos el presidente electo, Marco Polo del Nero, manifestaron su intención de renovar a Scolari antes del partido del tercer puesto contra Holanda.

La histórica paliza por 1-7 sufrida ante Alemania en las semifinales, que a buen seguro se recordará durante décadas, fue agravada por la goleada (0-3) contra Holanda, encajada este sábado en Brasilia, en un partido que Brasil terminó abucheado por su "torcida".

El partido por el tercer puesto mostró a un Brasil inerme, incapaz de reaccionar y de crear ocasiones claras de gol, con lo que reforzó la mala imagen del fatídico día de las semifinales, que hasta ahora fue explicado por Scolari como un "tsunami", una catástrofe natural puntual, imprevisible e incontrolable.

La cara de circunstancias de Neymar, Fred y Marcelo en el banquillo del estadio Mané Garrincha en los últimos minutos del partido contra Holanda, mientras la afición abucheaba a su equipo, muestra el duro camino que tendrá Brasil por delante en los próximos meses para lavar su imagen.

Fueron diez goles recibidos en los dos últimos partidos del Mundial, pero los problemas de juego de Brasil fueron una constante durante todo el Mundial.

Brasil ganó tres partidos, contra Croacia (3-1), Camerún (4-1) y Colombia (2-1) en cuartos de final, empató frente a México y Chile, contra el que se salvó en los penaltis, y sucumbió sin paliativos en sus dos últimas citas.

La selección brasileña nunca convenció por su fútbol, siempre dio muestras de fragilidad y no logró acercarse al nivel de intensidad, de orden defensivo y de volumen de juego que tuvo hace un año en la Copa Confederaciones.

El éxito en ese torneo llevó a Scolari a relajarse y depositar toda su confianza en el once titular que ganó a España por 3-0 en el Maracaná el 30 de junio de 2013.

El Mundial dejó a todos los jugadores de la selección brasileña con la moral tocada y con su cotización a la baja, lo que afecta a delanteros como Jô o Fred, que no quisieron renovar sus contratos antes del torneo a la espera de ofertas más jugosas con la expectativa de ganar el título.

Según cálculos de la consultora Pluri, la selección brasileña perdió 20,4 millones de euros de valor de mercado por su mala actuación en el Mundial y terminó con un "precio" de 449,8 millones de euros entre los 23 jugadores.

NEYMAR, LO ÚNICO SALVABLE

El único que se salvó de la quema fue Neymar, que subió dos millones y terminó con una cotización de 70,1 millones de euros, según la consultora, en parte por su inclusión en la lista de los diez mejores jugadores del Mundial.

A pesar de haber sido incluido por la FIFA en esa relación, Neymar no hizo un buen Mundial, sólo fue determinante en dos partidos, en los que sumó cuatro goles, y con su lesión sufrida en los cuartos de final se libró de integrar el equipo de la debacle del Mineirão ante Alemania.

Neymar, única figura de la selección, con total probabilidad continuará siendo la referencia del equipo y llegará a Rusia 2018 con 26 años, aunque Brasil necesitará renovar otras posiciones.

El portero Julio César, ahora con 34 años, Fred (30), Daniel Alves (31), Maicon (32) o Thiago Silva (29) difícilmente llegarán al próximo Mundial, pero puede que todavía tengan espacio en una posible renovación gradual, que tendrá su primera estación en la Copa América de 2015, que se organiza en Chile.

Brasil tiene por delante cuatro amistosos en lo que resta del año y tendrá cerca de cuatro partidos más entre enero próximo y el inicio del torneo, que comienza el 11 de junio.

La Canarinha volverá a verse las caras con Colombia en septiembre y también jugará contra Ecuador, en dos amistosos previstos para Estados Unidos, según medios locales, aunque la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) aún no los ha confirmado.

En noviembre Brasil visitará a Turquía en Estambul y un mes antes jugará contra Argentina en Pekín, en el "Superclásico de las Américas", un torneo amistoso que ambos países juegan con jugadores de sus respectivas ligas locales y que, dada las actuales circunstancias, Brasil no se puede dar el lujo de perder.