El centrocampista brasileño del Real Madrid, Carlos Henrique Casemiro, mostró su confianza en el poderío ofensivo que representan Cristiano Ronaldo, Gareth Bale y Karim Benzema de cara a la final de este sábado ante el Atlético de Madrid de la Liga de Campeones, pero tiene claro que son todos los jugadores del equipo los que deben "marcar la diferencia".
"Confío en ellos, aunque somos todos los que tenemos que marcar la diferencia. Cuando están bien, nos ayudan muchísimo porque son los mejores del mundo, pero claro, tenemos que estar todos juntos y jugar como equipo porque así ganaremos la Champions", señaló Casemiro en una entrevista facilitada por la casa de apuestas 'Bwin'.
PIDE EL APOYO DE LA AFICIÓN
Además, el mediocentro espera que la afición madridista les "apoye" y "pelee" con ellos hasta el final porque puede pasar de todo". "En los últimos partidos que hemos jugado en casa, contra Wolfsburgo y City, nos apoyó y ayudó mucho, por lo que son importantísimos para nosotros. Que nunca dejen de creer en nosotros porque vamos a pelear hasta el final para hacernos con la Champions", subrayó.
En cuanto al rival, recalcó que tanto Fernando Torres como Antoine Griezmann "son dos grandísimos jugadores", pero pidió "valorar a todo el equipo del Atlético porque han hecho un gran trabajo y son muy buenos". Del mismo modo opinó sobre el portero esloveno Jan Oblak, que "está haciendo una gran temporada". "Pero seguro que vamos a hacerle gol gracias a jugadores como Cristiano, Bale o Benzema", avisaba Casemiro.
"Estamos haciendo un gran trabajo y creciendo mucho desde enero. Fue muy difícil llegar a esta final y tenemos que aprovechar al máximo la oportunidad. Ojalá que sea el Real Madrid quién gane", sentenció el brasileño.
EL EFECTO CASEMIRO
La incorporación de Casemiro en el once tipo del Real Madrid ha logrado estabilizar al conjunto de Zinedine Zidane, amparado en el centrocampista brasileño para emprender, en Milán, el intento de conquista de la undécima Liga de Campeones.
Fue Casemiro una petición de Rafael Benítez, el técnico que arrancó el curso y la nueva etapa de la primera plantilla madridista después de un año en blanco. Había llegado al Santiago Bernabéu dos temporadas antes. Aunque su destino inicial fue el Castilla. Asomó con cuentagotas por el primer equipo y el pasado curso fue cedido al Oporto.
Destacó en Portugal. Por su físico solvente y su potencia. Disciplinado tácticamente, ofrecía un gran despliegue energético auxiliado por el talento natural que de serie acompaña a los futbolistas brasileños. Benítez no dudó y quiso al centrocampista de contención en su plantel. En medio de tanta clase, Casemiro multiplicaba sus esfuerzos y compensaba los kilómetros sin recorrer de alguno de sus compañeros.
Nunca gozó el volante sudamericano de la confianza absoluta. De la condición de titular. A pesar de que el equipo daba la sensación de desarmarse en los partidos de altura de los que apenas participaba. La repercusión de una plantilla plagada de futbolistas de renombre limitaba el espacio para jugadores de perfil aparentemente más bajo, relegados a la condición de secundarios.
Casemiro quedó relegado en cuanto Zidane asumió el timón de un barco sin rumbo. Pregonaba el francés el gusto por la exquisitez sobre el césped. Por el toque. Por acaparar la pelota. Sin embargo, en más de una sala de prensa el incipiente preparador galo reclamó esfuerzo sin balón. Trabajo.
Las urgencias del Real Madrid, sin Copa del Rey, distanciado de la Liga y con un panorama incierto en la Liga de Campeones, llevó a Zidane a contemplar otras opciones. A asumir las necesidades de un equipo inestable. Poco fiable. Y recuperó a Casemiro.