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(Actualizado

La selección española de balonmano volverá a disputar de nuevo dos años después la final del Campeonato de Europa, tras vencer este viernes por 23-27 a Francia en un partido de semifinales en el que se impuso la inteligencia al músculo.

Una formula que habitualmente había sido insuficiente para doblegar al todopoderoso conjunto francés, que ya apeó a España de la final en el Europeo de Dinamarca 2014 y en el Mundial de Catar 2015. España se enfrentará a Suecia, que derrotó en la prórroga a Dinamarca (35-34).

GRAN DEFENSA

Defender, defender y defender. Los internacionales españoles nunca tuvieron ninguna duda, el único verbo posible de conjugar para derrotar al gigante galo era defender en todas sus posibles variaciones.

Una tarea a la que el conjunto español se aplicó si escatimar esfuerzos desde el primer minuto, convencido como estaban los jugadores españoles, pese a la prudencia de sus declaraciones púbicas, de que esta vez sí se podía derribar el muro francés.

Liderada por Viran Morros y Gedeón Guardiola, la defensa 6-0 española no tardó en generar problemas a un ataque francés en el que, como ha ocurrido a lo largo de todo el Europeo, Nikola Karabatic pareció más cómodo en labores de asistente que en las de goleador.

PRIMERA VENTAJA IMPORTANTE

Todo lo contrario que el español Eduardo Gurbindo, que si en anteriores campeonatos se ha centrado en hacer fluir el juego con sus siempre inteligentes pases, en Croacia no desaprovecha ninguna ocasión para anotar gol. De hecho, un tanto suyo permitió a España adquirir a los diez minutos una renta de tres goles (3-6), que ratificaba la buena puesta en escena del equipo español.

Un tanteador que hizo reaccionar rápidamente al equipo francés, que recurrió a una de sus habituales armas, la velocidad, para impedir la más que peligrosa escapada de los Hispanos en el marcador. Así, en un visto y no visto, los vigentes campeones mundiales se recortaron a la mínima expresión (6-7) la ventaja de un equipo español que, pese a la reacción francesa, no perdió la calma ni en ataque ni en defensa.

Como tampoco la perdió cuando lo goles del pivote Cedric Sorhaindo parecieron abrir una peligrosa grieta en la defensa española, pero es que hoy los de Jordi Ribera se mostraron como un equipo maduro, curtido, una selección con rostro de campeona.

JUEGO COMBINATIVO

Tal y como confirmó en ataque, donde ni la exuberancia física de los jugadores galos, auténticos portentos como Dipanda, Sorhaindo o los hermanos Karabatic, impidieron a España desplegar su rico juego combinativo.

Múltiples cambios, cruces y permutas que permitieron a España encontrar siempre el camino hacia el gol o bien forzar lanzamientos de penalti, una faceta en la que Ferrán Solé dio todo un cursillo de precisión y variedad en la primera parte al anotar los cuatro que intentó.

Todo lo contrario que Francia, que se topó con la imponente figura de Arpad Sterbik, el sustituto del lesionado Gonzalo Pérez de Vargas, que detuvo dos penas máximas consecutivas que acabaron por desconcertar al gigante francés. Dudas que no desaprovechó la selección española para cerrar el primer tiempo con seis goles de ventaja (9-15) que parecían hacer factible el sueño de la final.

ESPAÑA AMPLÍA LA VENTAJA A OCHO GOLES

Pero para alcanzar una final continental hay que sufrir, y más cuando enfrente se encuentra un superdotado como el francés Nikola Karabatic, considerado unánimemente el mejor jugador de mundo, y que se empeñó en rescatar a Francia de la derrota.

Dos goles consecutivos de la estrella gala, que cerró el primer tiempo con tan solo una diana, parecieron revivir a la selección francesa, pero ni por esas se derrumbó el conjunto español, que superados los diez primeros minutos de la segunda mitad no sólo conservaba la renta, sino que la amplió (13-21).

Todo gracias a un sencilla fórmula, pero muy difícil de lograr, la máxima intensidad defensiva y, sobre todo, la inteligencia de dos jugadores superlativos, los centrales Dani Sarmiento y Raúl Entrerríos, que hoy se convirtió en el mejor lateral.

ENTRERRÍOS, SEIS GOLES

El menor de los Entrerríos se disfrazó de su hermano Alberto, el legendario lateral español, y unió a su visión de juego y facilidad en el pase una inusitada faceta de goleador que permitió a España distanciarse hasta los nueve tantos (14-23) de diferencia.

Esa renta no evitó los agobios finales ante la irrupción de un Romain Lagarde y, sobre todo, de un Luc Abalo que recordó por momentos al supersónico jugador que asombró durante años, y cuyas carrera permitieron a Francia situarse a tres goles (20-23) a nueve minutos para la conclusión.

SOBERBIO CORRALES

Un momento de dudas para España que se encargaron de resolver el portero Rodrigo Corrales con soberbias paradas a Abalo y Nikola Karabatic, y, sobre todo, los defensores Viran Morros y Gedeón Guardiola, que con dos blocajes consecutivos permitieron a España alcanzar los últimos cuatro minutos con cuatro goles de ventaja (20-24).

España, pese a su empeño en errar lanzamientos de penalti, supo conservar esa renta hasta el final para imponerse por 23-27 y lograr por quinta vez en su historia el pase a la final continental, la segunda de manera consecutiva.

FICHA TÉCNICA:

Francia: Gerard; Porte (3), Mem (1), Dipanda (1), Sorhaindo (6), Nikola Karabatic (3) y Guigou (1) -equipo inicial- Dumoulin (ps), Remili (), Lagarde (3), Mahe (3, 2p), Abalo (1), Luka Karabatic (), Claire (), Tournat () y Caucheteux (1p)

España: Corrales; Solé (7, 6p), Gurbindo (2), Sarmiento (3), Raúl Entrerríos (6), Valero Rivera (1) y Aginagalde (2) -equipo inicial- Sterbik (ps), Balaguer (1), Alex Dujshebaev (1), Cañellas (2), Morros (), Goñi (), Ariño (1), Gedeón Guardiola () y Figueras (1)

Marcador cada cinco minutos: 2-2, 3-5, 6-7, 8-9, 8-10 y 9-15 (Descanso); 12-18, 13-20, 15-23, 19-23, 20-24 y 23-27 (Final)

Árbitros: Nachevski y Nikolov (MKD). Excluyeron por dos minutos a Porte, Dipanda, Lagarde y Nikola Karabatic, por Francia; y a Morros, Balaguer, Alex Dujshebaev y Sarmiento, por España

Incidencias: Primera semifinal del Europeo de Croacia 2018 disputada en el Arena de Zagreb ante unos 6.000 espectadores