Federer rompe la racha de Djokovic y se cita con Nadal en la final
El tenista suizo Roger Federer consiguió el pase para la final de Roland Garros, segundo 'grande' de la temporada, después de derrotar (7-6 (5), 6-3, 3-6 y 7-6 (5)) a Novak Djokovic, por lo que se jugará el título ante el número uno del mundo, el español Rafael Nadal, que acabó con Andy Murray.
La segunda raqueta del planeta cortó de raíz la impresionante racha de Djokovic, que acumulaba 43 victorias desde el inicio del curso, y le derrotó justo cuando el serbio tenía la primera oportunidad para alcanzar la cima del ránking, ya que de haber ganado, el lunes hubiera aparecido arriba del todo en la clasificación de la ATP. No pudo ser, y el suizo tiró de calidad para plantarse en su quinta final en Roland Garros tras tres horas y 39 minutos de brega.
Sobre la mítica Philippe Chatrier, y con Nadal en el horizonte, se dieron cita el mejor jugador de la historia contra el mejor jugador del momento, según definió el jugador balear tras su lucha con el escocés. Y con semejante cartel, una delicia para cualquier aficionado al deporte, no podían defraudar.
Ambos tenistas, que se habían visto las caras en tres ocasiones sobre arcilla (dos victorias para el suizo y una para el serbio), ofrecieron un espectáculo soberbio, una batalla sin tregua desde el inicio del envite. Alternativas, roturas, golpes que parecieron salir de una varita mágica más que de una raqueta.
Roger Federer, ganador de 16 'grandes' a los largo de una carrera sin igual y vencedor en 2009 en París, acabó con la impoluta racha de 'Nole', un prodigio que había contado todos sus encuentros por triunfo desde el inicio del año, firmando un expediente inmaculado que le hacía llegar a la segunda gran cita del curso como favorito.
El helvético, al que muchos han querido retirar desde hace algún tiempo, demostró que la calidad no se encuentra en el carnet de identidad, sino que es una característica imperecedera, propia de genios como él, de figuras que han marcado un antes y un después en cualquier disciplina.
Y es que, durante el primer parcial, Federer supo atacar y defenderse. Equilibró la balanza de sus continuos puntos de 'break' al recuperar su servicio perdido en el séptimo juego, cuando se vio abajo en el marcador, exigido en todo momento por el portento que tenía al otro lado de la red.
Tras las numerosas alternativas que se vivieron en la manga inicial, el guión llevó el choque a la muerte súbita. Ahí, Federer templó mejor los nervios y acabó apuntándose el primer set en unos 70 minutos que supieron a poco. Menos mal que todavía quedaba partido para disfrutar.
En el segundo parcial, Federer empezó mandando y consiguió su ventaja al romper el saque de su rival en el cuarto juego y consolidarlo --en blanco-- en el siguiente. A pesar de que 'Nole' siguió exprimiendo la moral de su contrincante, el suizo fue capaz de levantar un 0-30 y ponerse con 5-2, allanando sobremanera el set.
Pero enfrente, Djokovic no quiso ser una comparsa, todo lo contrario. El de Belgrado, hecho a sí mismo desde que ingresará en el circuito allá por 2003, ha sabido reinventarse, cambiar de mentalidad, madurar dentro y fuera de la pista, y hasta modificar sus hábitos alimenticios para tocar el cielo. No pudo ser este viernes, pero la meta no está lejos.
DJOKOVIC DESPEGA.
Con sus habituales gestos de contrariedad ante la adversidad, sus quejas al árbitro y aspavientos, Djokovic tuvo tiempo para agarrarse a la pista y salvar cinco bolas de parcial en el octavo juego, alargando un desenlace que acabó siendo contrario a sus intereses, pero germinando una reacción que no tardó en consolidar.
Era una siembra que no tardó en recoger. Al inicio del tercer set, el número dos del mundo tiró de casta y de juego. Rompió el saque en la primera oportunidad que tuvo, se santiguó y comenzó a hacer sangre ante un Federer desconectado, que pasó por los peores momentos del partido cuando se vio 3-0 abajo y sufriendo con su saque, que salvo con dificultad.
Así, 'Nole' consiguió despegar y no dar su brazo a torcer tras mantener a raya a Federer, que aunque dio la cara durante los últimos juegos del set, se guardó algo en el depósito para el cuarto, en el que, en su cabeza, tendría que ser el definitivo, el que le llevara a la gran final.
Y así fue. El catálogo de Federer es inagotable. Mención aparte merece el revés que se marcó en el séptimo juego. Cuando más cuesta arriba lo tenía, sacó ese guante que tiene como mano derecha y la colocó a la esquina, inalcanzable, la guinda para una actuación de leyenda y todo un mazazo para el serbio, al que se le fue un 'break' de ventaja en el noveno, el partido, la final y su récord.
Pero todo lo hizo el, para muchos, mejor tenista de la historia. Un Federer inconmensurable, que sacó su mejor tenis en la más exigente de las situaciones y cuando la noche parisina ya se hacía notar en los huesos de ambos. El suizo se medirá el domingo a su amigo y quebradero de cabeza durante los últimos años, Rafael Nadal, con el que no juega una final desde noviembre del 2010 en Londres. Una cita ineludible.
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