Con ansiedad pero también con ilusión. Así se encuentra Jesús Ángel García Bragado, que, a sus 51 años, afrontará en Tokio sus octavos Juegos Olímpicos, en los que pondrá punto y final a una larga trayectoria deportiva participando en los 50 kilómetros marcha.
García Bragado (Madrid, 1969) es uno de los grandes nombres de la historia del atletismo español. Incombustible, enfila sus últimos pasos como deportista profesional.
En Tokio espera que todos los condicionantes se puedan dar para lograr un diploma olímpico. Después se dedicará a la podología, una profesión que espera que le deje tiempo para dedicarse a entrenar a jóvenes atletas de manera anónima.
¿Cómo está, a falta de 100 días para los Juegos de Tokio?
Con mucha ilusión. Físicamente lejos de la forma ideal, pero todo está pensado para estar bien el 8 de agosto, que será la última prueba de los 50 kilómetros.
Ahora estoy mirando la planificación por si puedo realizar alguna competición antes, por la situación del ránking, para asegurar mi presencia, ya que el Comité Olímpico quiere limitar el número de participantes por la pandemia para eliminar la afluencia de gente al país.
¿Ha reflexionado sobre cómo van a ser estos Juegos debido a la pandemia?
Van a ser unos Juegos muy distintos. A nivel competitivo el espectador no lo va a percibir tanto pero a los deportistas, sobre todo los que llevamos más Juegos, nos va a parecer muy extraño.
No van a ser como los de Pekín, Londres o Río, en los que había un gran ambiente entre los deportistas o en la Villa, pero es lo que hay y tenemos que adaptarnos.
¿Qué espera personalmente de estos Juegos?
Si todo se da podría aspirar a realizar un resultado como el que hice en 2019 en el Mundial de Doha (8º). Nos van a llevar a Sapporo, dónde no hará tanto calor, y mis posibilidades van a mermar.
Siendo realistas podría aspirar a estar entre los diez primeros y despedirme con un diploma estaría más que bien.
¿Cómo es su día a día con la preparación?
Con el cambio de 2020 a 2021 uno es un año más viejo y hay que cuidar los achaques de la inactividad por el confinamiento, que me afectó a nivel de articulaciones. No estoy al nivel de hacer un calendario competitivo como el de un chaval joven.
A estas alturas de carrera me resulta muy difícil y tengo que ser muy selectivo para pegar los últimos tiros. Estoy un poco con la ansiedad del que sabe que está al final y le quedan pocos días. Tengo que prepararlo bien y ser competitivo, no solo salir de forma testimonial.
A nivel psicológico, ¿le ha afectado todo lo que se está viviendo?
La mayor dificultad es que todos hacíamos planes y yo más, porque me quería retirar en 2020 y no lo he podido hacer.
El día tiene 24 horas y no hay tiempo para hacer todo lo que uno quisiera. Estoy tratando de llevarlo todo con filosofía.
¿Se imagina cómo será el día después?
Me voy haciendo la idea. Será poco a poco ir pasando al anonimato, hacer actividades normales profesionalmente y venir a sitios como Vallehermoso, a entrenar chavales para disfrutar del atletismo. Sé que no habrá tanto foco.
¿Se dedicará exclusivamente a la podología?
La actividad número uno va a ser la podología, la profesión que tengo aparcada, pero luego también me gustaría que no me absorba tanto porque quiero entrenar a chavales, que me hace ilusión.
Lo más probable es que continúe en Cataluña llevando estos proyectos aunque nunca me he desvinculado de Madrid. Por ejemplo veo Vallehermoso y creo que es un lugar hermoso para entrenar.
De Barcelona'92 a Tokio 2021. ¿Qué significa todo este tiempo recorrido?
Una de las cosas que me da a entender que han pasado muchos años es cuando veo la serie Cuéntame y salen los Juegos de Barcelona.
También cuando comparto actividades con jóvenes atletas que solo tienen constancia de esos primeros Juegos al ver vídeos en internet. A mi no me parece tanto pero miro hacía atrás y es casi una vida.
En todos estos años de carrera, ¿en qué ha cambiado la marcha?
Lo ha hecho cambiar el movimiento olímpico. Se han incorporado cosas que en Barcelona no existían como las redes sociales, Youtube o las tecnologías.
Que un teléfono móvil pueda grabar con una calidad tremenda para hacer un estudio biomecánico ha hecho que la marcha atlética se tenga que adaptar a lo que piden los tiempos y por eso se eliminan los 50 kilómetros marcha, aunque a algunos no nos parezca buena idea.
Se quieren pruebas que duren menos tiempo y hay que aceptar que se incorporará tecnología, con lo que obligará a los atletas a otras exigencias.
¿Y a nivel deportivo?
Ha cambiado el dominio en los países. Antes nos decían que los mejores eran los mexicanos y ahora son los chinos y japoneses. Igual que ha cambiado el mundo ha cambiado la marcha.