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El delantero sueco Zlatan Ibrahimovic ha abandonado el FC Barcelona con destino al AC Milan, utilizando la puerta de atrás del Camp Nou, por donde muchas veces han desfilado jugadores con gran proyección y que han caído en desgracia por diferentes motivos.

Encumbrado hace justo un año cuando apareció en el Camp Nou, donde miles y miles de barcelonistas se saludaron a su llegada, Ibra firmó su adiós anoche en las oficinas del club catalán con un aire desafiante pero a la vez contento para iniciar un nuevo proyecto, precisamente en las filas del rival de Inter, el Milan AC.

Un visto y no visto de un jugador con el que el Barcelona se las prometía muy felices, pues su llegada representó la salida de un Samuel Eto'o en el que Josep Guardiola proyectó hace justo un año todos sus temores en que en el futuro sería un problema en el vestuario. Para prevenir futuros problemas, Guardiola cambió de ariete a precio de oro, quizá sin leer antes el expediente que arrastraba Ibra.

Ibra fue fichado el verano pasado por la directiva de Joan Laporta, bajo el expreso pedido del entrenador, Pep Guardiola, quien en la misma carambola empujó fuera del club a Samuel Eto'o, en una operación económica de mucho riesgo y, especialmente, carísima para el Barcelona, de más de sesenta millones de euros.

Con la jugada, todos parecían contentos: pues el Inter recibía más de 40 millones de euros más el delantero camerunés y el Barça solucionaba posibles futuros problemas de vestuario y contrataba una pieza 'esencial' para el esquema de Guardiola.

El fichaje del internacional sueco despertó una inmensa expectativa en la afición, de modo que el día de su presentación 60 mil personas asistieron al Camp Nou para darle la bienvenida.

Un año más tarde, el Barça ha abierto la puerta de atrás al sueco. Si bien los números del ex jugador de Malmöe, Ajax, Juventus e Inter han sido aceptables buenos (22 goles en 42 partidos y 4 títulos), son otras las cuestiones que a Guardiola no han terminado de convencerle.