La botella del PSG está medio llena o medio vacía según se mire. El penalti en el último minuto que le permitió empatar ante el Newcastle da oxígeno al proyecto de Luis Enrique, pero, pase lo que pase dentro de quince días, el entrenador español ha perdido crédito en la doble confrontación con los ingleses.
La sensación de alivio que inundó el Parque de los Príncipes cuando Kylian Mbappé marcó la pena máxima provocada por Ousmane Dembelé y que el polaco Szymon Marciniak solo pitó cuando lo vio a cámara lenta en el VAR, se ha ido disipando con el paso de las horas.
El PSG dominó, sobre todo en el segundo tiempo, creó ocasiones y no perdió la fe hasta el final. Pero lo cierto es que estuvo contra las cuerdas, con el agua al cuello hasta una jugada en la que más de uno ve demasiado rigor en la decisión arbitral.
Contra el séptimo de la liga inglesa, un equipo que se presentó en París cargado de bajas y con un mal balance lejos de Saint James Park, la banda de Mbappé se salvó sobre la campana y, por un minuto, ahora la crisis sería de dimensiones estratosféricas.
En un equipo donde solo Europa cuenta, el rostro del presidente Nasser Al Khalaefi a pocos minutos para el final resumía bien el estado moral de la ciudad: el pánico se leía en sus ojos.
El mandatario catarí regresaba al estadio tras una operación de rodilla y compartió palco con el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, con el que las relaciones son fluidas desde que el PSG se opuso al proyecto de Superliga impulsado por otros grandes clubes europeos.
En el tramo final, abandonó el palco y, en pie, vio como Mbappé lograba el empate y devolvía a las manos de su equipo su destino en Europa.
Hasta ese momento, Al Khelaifi vio como su equipo mostró más voluntad de método para derribar a la joven escuadra inglesa que, si en el primer tiempo les creó dificultades y marcó un gol obra de Alexander Isak tras un mal despeje de Gianluigi Donnarumma, en el segundo no hizo más que detener el vendaval inglés.
Vale que crearon ocasiones, que no bajaron los brazos, que el meta Nick Pope fue el héroe de los visitantes. Pero el PSG demostró inconsistencia defensiva, falta de creatividad en el centro del campo y un ataque acelerado y febril sustentado más en la calidad de sus jugadores que en una estrategia definida.
Mbappé se apresuró a asegurar ante los medios que no se pueden fallar tantas ocasiones, pero la estrella francesa no ocultó así el resto de los problemas que arrastra el equipo.
A las puertas del Parque de los Príncipes la sensación de los aficionados era doble: esquivaron el precipicio por los pelos, pero la propuesta parisiense no parece suficiente para afrontar a rivales de más entidad que el Newcastle.
Vuelven los complejos
Los complejos reaparecieron en un equipo que ha visto desfilar por su vestuario a algunos de los mejores jugadores del mundo y que ahora parece totalmente en manos de Mbappé.
El multimillonario proyecto solo ha sumado 7 puntos en 5 partidos europeos. Cierto que es el grupo de la muerte, pero ninguno de los rivales tienen el peso financiero de los franceses.
"Contra el City o el Madrid, nos habrían aplastado", resumía Philippe, socio del equipo que, sin embargo, no ocultaba su confianza con la clasificación para octavos.
Luis Enrique tenía la oportunidad de encarrilar la clasificación en su estadio, donde más sólido se ha mostrado su equipo, y ahora tendrá que ir a buscarla al Signal Iduna Park frente a un Borussia que ya está clasificado, pero al que puede arrebatar la primera plaza.
Lejos de París, el equipo francés se ha mostrado menos convincente, acumula dos derrotas en esta edición de la Liga de Campeones y deberá mejorar en ese capítulo para evitar la primera eliminatoria en fase de grupos desde que aterrizaron los cataríes hace doce años.
Solo la victoria les garantiza seguir adelante. El empate les haría depender de que el Newcastle no se imponga ante el Milan en su estadio e, incluso, perdiendo pueden pasar si los otros dos componentes del grupo empatan.
Luis Enrique ganó un tiempo que tiene que utilizar para restablecer un crédito que fue arañando desde su estrepitosa derrota en Saint James Park a principios de octubre.
Desde entonces, había encadenado seis victorias, marcado 20 goles y solo encajado dos, lo que les aupó al liderato de su liga y les dejó en posición buena en Europa. Un balance que se mantiene por una mano polémica en el último minuto y a la espera de un resultado favorable en Dortmund.