El británico Mo Farah, cinco veces campeón mundial y europeo en pruebas de fondo (5.000 y 10.000), consumó en Río su segundo doblete olímpico consecutivo al ganar los 5.000 metros con un tiempo de 13:03.30.
El etíope Hagos Gebrhiwet llegó segundo en 13:04.35 y el estadounidense Bernard Lagat, de 41 años, consiguió la medalla de bronce con 13:06.78. Sólo un atleta, el finlandés Lasse Viren en Montreal'76, revalidó el mismo doblete del fondo a lo largo de la historia olímpica.
La insólita eliminación de los tres kenianos en primera ronda facilitaba, en teoría, el trabajo de Farah. Por vez primera en 36 años la primera potencia africana del fondo no estaba en la final de 5.000 metros.
La batalla quedaba reducida, en consecuencia, a un choque entre el británico y los tres etíopes: Hagos Gebrhiwet, dos veces medallista mundial; Dejen Gebremeskel, subcampeón olímpico y con marca personal siete segundos mejor que la de Farah, y Muktar Edriss, que en 2014, con solo 20 años, encabezó el ránking mundial con 12:54.83.
Acostumbrado a que los kenianos, en su afán por castigar sus piernas, le hicieran de liebre durante diez vueltas antes de tomar personalmente el timón en la penúltima ejecutarlos en un esprint de 500 metros, Farah no cambió de táctica. Ahora fueron los etíopes, Gebrhiwet y Gebremeskel, quienes tomaron el vagón delantero (2:37.40 el primer mil, 5:15.96 el segundo, 7:57.15 el tercero).
En ese punto, antes de lo que acostumbra, Farah tomó personalmente el mando de la carrera, que cedió al ugandés Joshua Cheptegei al entrar en el último mil.
La carrera llegó relativamente compacta a la última curva, y cuando parecía que sus rivales se le echaban encima, Farah metió la directa para conseguir su segunda medalla de oro en Río, rematando un nuevo doblete.
Látigo inmisericorde de los africanos, Farah, nacido en la capital de Somalia, ha logrado escapar a las sospechas de dopaje que se cernieron sobre su entrenador, el estadounidense Alberto Salazar, y sobre su amigo Jama Aden, detenido en Sabadell (España) en junio pasado en una operación policial contra el dopaje.
Bernard Lagat, de origen keniano, cuarto en Londres 2012 y subcampeón mundial en 2011, volvía a una final olímpica con 41 años, aprovechó su velocidad terminal para seguir dando medallas a su país de adopción.