(Actualizado

Nokav Djokovic y Rafa Nadal, el número uno del mundo y el mejor tenista sobre tierra batida, acudirán el viernes a la cita que tienen en semifinales de Roland Garros, tras vencer en tres sets sus respectivos duelos de cuartos de final.

Djokovic ganó al alemán Tommy Haas por 6-3, 7-6(5) y 7-5, mientras que Nadal se deshizo del suizo Stanislas Wawrinka por 6-2, 6-3, 6-1.

Será el duelo más esperado de esta edición del Grand Slam de tierra batida, avanzado por los caprichos del sorteo pero que todo el mundo considera la final adelantada, dada la distancia existente entre estos dos jugadores y los otros dos semifinalistas, el español David Ferrer, quinto del mundo, y el francés Jo-Wilfried Tsonga, séptimo.

El Nadal-Djokovic es un clásico en Roland Garros, que se ha registrado cuatro veces, siempre con victoria del español, en la final del año pasado, las semifinales de 2007 y 2008 y los cuartos de final de 2006.

NADAL DOMINA EN TIERRA

El mallorquín tiene también ventaja en tierra batida, donde solo ha perdido tres duelos contra Djokovic de los 15 que han disputado. Y también domina en el global, con 19 triunfos a 15.

Pero Djokovic cuenta con la confianza que le da haber conseguido el último éxito, el de la final del pasado torneo de Montecarlo, disputada hace mes y medio en una de las pistas preferidas de Nadal, donde no había perdido ningún partido hasta ese momento.

"El partido de Montecarlo me da un poco de confianza", aseguró el serbio, que se apresuró a colgar a su rival el cartel de favorito con el argumento de que sólo ha perdido una vez en la Porte d'Auteil.

Para el serbio, ese duelo será la referencia, el clavo al que agarrarse para creer en la victoria posible.

Cierto que Nadal disputaba su primer partido contra un rival de los cuatro grandes desde su retorno a las pistas en febrero pasado tras siete meses curándose la rodilla. Pero el triunfo del serbio fue neto, sin dudas sobre su superioridad.

El español reconoció que había sido inferior a Djokovic, pero desde aquel día su nivel no ha hecho más que progresar. Ganó en Barcelona, en Madrid y en Roma, recuperó la ventaja moral sobre la tierra batida mientras el serbio le rehuía, muy poco interesado en esos torneos, como si no fueran con él, como si quisiera reservar todas sus fuerzas para Roland Garros.

RAFA, DE MENOS A MÁS

El choque en París era inevitable para ambos y ahora deberán volver a verse las caras.

Nadal ha ido en este Roland Garros de menos a más. Empezó mal, cedió los primeros dos sets de los dos primeros partidos y su juego parecía anquilosado, despistado entre críticas a la organización y suspensiones de partidos por la lluvia.

En octavos, contra el japonés Kei Nishikori elevó el nivel y hoy frente Wawrinka hizo "el mejor partido del torneo", según sus propias palabras.

Djokovic ha tenido un camino más placentero hasta las semifinales. Solo ha perdido un set, frente al alemán Philipp Kohlschreiber en cuartos de final y su nivel ha sido elevado.

Aunque ninguno de los dos han afrontado a rivales de su talla, por lo que su estado real, el de los grandes, se verá cuando crucen sus raquetas.

Frente a Haas, que se había metido en cuartos a sus 35 años, Djokovic solo tuvo que imponer su superioridad. El alemán cedió la primera maga, se aferró a la segunda, que se le escapó en un igualado juego de desempate y acabó atenazado por la presión dejando escapar la última.

Desde Wimbledon de 2010, Djokovic no se ha perdido las semifinales de ninguno de los grandes y ha sumado cinco victorias, a las que se suma la que traía en el Abierto de Australia de 2008.

Se le resiste Roland Garros para convertirse en el octavo hombre que colecciona los cuatro Grand Slam.