Rafa Nadal | EFE
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Polo blanco, pantalón vaquero, rostro tranquilo tras haber levantado su decimocuarto Roland Garros, Rafael Nadal atiende a la Agencia Efe en un impresionante salón rodeado de espejos y estatuas barrocas en el hotel donde, por vez primera, ha afrontado el Grand Slam de París.

Un día después de haber conquistado su vigésimo segundo Grand Slam, repasa lo que ha sucedido, habla de su futuro, ligado a que el tratamiento de su pie dé resultados, de su rivalidad con Roger Federer y Novak Djokovic y de su motivación, que no proviene de los récords, de su comunión con el público de París y de su gran capacidad de mejora.

Después de tantos trofeos, ¿encuentra algo especial en este?

Soy una persona bastante estable emocionalmente, normalmente recibo las cosas con tranquilidad. Estoy muy feliz, he conseguido algo especial, encima en las condiciones en las que llegaba, que eran difíciles.

No he tenido mucho tiempo de pararme a pensar, no he parado desde que terminó el partido. Por experiencia sé que cuando pasan unos días, llegas a casa y te instalas, empiezas a disfrutar de lo conseguido.

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¿De dónde saca la motivación?

De que me gusta lo que hago. Soy una persona competitiva, me gusta la competición en general. Además, me gusta jugar a tenis.

Mi motivación no es conseguir récords, va en el hecho de seguir dándome opciones de hacer algo que me gusta.

¿Tiene límites su capacidad de perfección?

Siempre he sido una persona bastante determinada a la hora de querer mejorar. Desde pequeño me obligaron a tener una buena capacidad de autocrítica, a no buscar culpables fuera de mi mismo, y aceptar los errores como personales.

Cuando interiorizas que los errores son por culpa de uno mismo, buscas la solución y la mejoría. He tenido personas al lado que han tenido la libertad de decirme las cosas como son o como ellos las sienten, porque yo he dejado que me lo digan. Y he dado mucha continuidad al equipo, que siempre me ha ayudado de manera decisiva.

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Llevo años con este problema, pero desde hace unos años se ha acentuado de una manera importante y eso complica todo. Como han trascurrido los últimos meses no se puede continuar.

Hay que encontrar una solución. Y si no, pues será momento de pensar en según qué tipo de cosas. Pero trato de hacer siempre el camino correcto y hacer una cosa a la vez. Hay un plan a seguir y espero que las cosas funcionen.

Cuando decía que este podía ser su último Roland Garros ¿Lo pensaba de verdad?

Lo sigo pensando. Falta un año para el siguiente Roland Garros y en un año pueden pasar muchas cosas. Yo sé cómo es mi día a día.

Ojalá que no sea el último, pero dependerá de la evolución en general. No puedo contestar a una pregunta que ni yo mismo sé.

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Si fuera el último, ¿No cree que llega tras haber logrado seducir al público de París?

Hace muchos años que el público me apoya de una manera incondicional. Saben lo importante que es para mi este lugar y todo lo que me he esforzado siempre. Valoran la historia conjunta que tenemos Roland Garros y yo. Este año se unen dos cosas más.

Primero, que he ganado Australia, que vengo de unos meses con problemas. Y que el público lleva dos años sin venir. Se unen las ganas del público y que yo estaba en una situación especial y eso ha hecho que la comunión con el público haya sido total.

¿También tendrá algo que ver su carácter ejemplar?

No me voy a autoconsiderar ejemplar. Pero siempre he tenido un buen comportamiento en la pista a nivel de entrega y de respeto al rival, al torneo... he tenido pocos malos gestos, casi ninguno, supongo que la gente también valora esto.

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Hablemos de su torneo. ¿Contra Djokovic, en cuartos de final, fue el momento álgido?

El torneo ha ido de menos a mas. Yo lo necesitaba porque llegaba con una preparación casi nula, había que construir la fortaleza desde el día a día, para crearme las opciones desde la mejoría diaria. El partido de tercera ronda contra (el holandés Boti) Van de Zandschulp fue un paso adelante, pero todavía quedaba.

Contra Felix (Auger-Aliassime) no jugué bien. Pero el último set, sobre todo los tres o cuatro últimos juegos, empecé a jugar a un nivel alto. Y esa energía la mantuve ya contra Novak, contra quien acabé jugando mi mejor partido del torneo. Fue especial. Entre nosotros siempre lo es, por toda la historia que tenemos conjunta. Esta vez gané yo. Fue emocionante, con el público que me apoyo de una manera increíble.

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Esa rivalidad con Djokovic ¿Es una motivación suplementaria?

Claro. En el deporte hay rivalidad. La competición es el deporte, se trata de que uno gane y otro pierda. Esto es lo grande del deporte. Lo que se ve es lo que hay, no hay nada detrás. Todo puede suceder. La rivalidad no me ha quitado el sueño nunca, nunca he estado obsesionado en ser el que tenga más que el otro.

He hecho mi camino, uno no puede estar preocupado todo el día por si alguien tiene más que tu, una casa más grande o un móvil mejor. Al final es lo que hay. Yo hago todo lo que puedo y si hay uno mejor que yo, le felicito y tan tranquilo.

Creo que Novak, Roger y yo hemos conseguido nuestros sueños. Hemos escrito una página hermosa de este deporte y hemos coincidido en la época. Quién acabe con más o menos, pasa a un segundo plano.

¿Qué les responde a quienes piensan que sin la voluntad de superar a Djokovic no habría luchado por tener tanto palmarés?

No creo que sea así, no quiero pensar en eso. Los tres nos hemos ayudado a ser mejores, porque al final hemos tenido rivales fuertes.

Cuando tienes alguien muy bueno en frente te marca un camino a la hora de lo que tienes que mejorar para ser competitivo. Pero la motivación es personal, no viene dada por alguien de al lado.