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El número uno del mundo, el español Rafael Nadal, venció en su segundo partido en el O2 de Londres al serbio Novak Djokovic por 7-5 y 6-2, un resultado que lo sitúa un paso más cerca de las semifinales de este "Torneo de Maestros", fase que no ha alcanzado desde 2007. El español, ganador esta temporada de tres Gran Slam, necesitó una hora y cincuenta y un minutos para asestar la segunda derrota del año al balcánico, después de la encarnizada lucha que tuvo que encarar en la final de Nueva York para conseguir su primer título del Abierto de Estados Unidos, el pasado 13 de septiembre.

El primer set comenzó con un exhibición sobre el servicio de Djokovic, que se anotó sus dos primeros en blanco con puntos por saques directos, hazaña que se volvió a repetir en el noveno, justo después de reanudarse el partido tras la "rápida visita (del serbio) al baño para un cambio de lentillas", como anunció el juez.

Fue el detalle anecdótico del partido, cuando a los cuarenta minutos de duelo a Djokovic se le movió una lentilla y tuvo que reclamar asistencia para que se la colocaran.

Después de unos minutos de incertidumbre por la situación, carcajadas entre el público y alguna que otra petición -en español- para que Djokovic abandonara el encuentro, éste volvió a la pista y Nadal, con el saque, se anotó el octavo juego en blanco.

El balcánico, número tres del mundo, no acababa de sentirse cómodo con la lente y pidió permiso para salir. Abandonó la pista durante algo más de cinco minutos con la intención de solucionar sus problemas de visión.

Mientras, sin todavía rechistar, Nadal esperaba en su banco al regreso de su oponente, entre gritos de "Qué bueno eres" y un gran apoyo desde las gradas, donde incluso se leyeron carteles en árabe dedicados al mallorquín y pancartas donde una jovencita pedía "matrimonio" o "al menos, un beso" a Rafa.

A su vuelta, Djokovic tenía el servicio y demostró estar en plenas facultades: no dejó puntuar a Nadal en todo el juego.

Los dos contrincantes siguieron luciéndose en sus servicios (siete "aces" de Djokovic y cinco de Nadal), pero la mayor emoción se había vivido antes de la interrupción, cuando Rafa había roto el servicio de su rival y éste se lo había devuelto.

La pista central del O2 acogió una cruenta lucha desde el fondo de la pista que rememoró la final del 13 de septiembre, en la Arthur Ashe. Djokovic ofreció un resto muy duro y dio lugar a agresivos peloteos que pusieron la carne de gallina.

La peor cara de Nadal fueron sus propios errores, que le impidieron una resolución más sencilla de la primera manga, al dejar escapar las buenas opciones que le brindaba el partido.

No obstante, de todo ello se repuso. Firmó su ventaja en el marcador, el contrincante seguía aquejado de las molestias en el ojo derecho, por lo que el tiempo transcurrido entre el fin del primer parcial y el arranque del segundo empezó a ser considerado excesivo.

Entonces sí, Rafa Nadal se dirigió a algún responsable del torneo para protestar por los permisos concedidos a su contrincante, al que incluso reconoció un especialista.

Una vez se procedió a esa segunda parte, el mejor tenista del momento encontró menos dificultades. Le había costado en el inicio, pero al final consiguió sentirse cómodo en la pista y más relajado.

Si bien los dos jugadores registraron el mismo número de puntos ganadores (diecisiete), el desgaste de Djokovic se fue haciendo cada vez más notorio hasta cometer un total de treinta y un errores no forzados, en comparación con los quince de Nadal.

Aunque el acceso del balear a las semifinales de este torneo de "elegidos" no es todavía una garantía, esta segunda victoria -además en dos sets- lo sitúa en una posición mucho más cómoda para afrontar su duelo con Tomas Berdych.

Podrían darse aproximadamente una decena de situaciones distintas, pero incluso con una derrota ante el checo, el viernes, Nadal podría entrar en esa siguiente ronda de la competición, que no ha alcanzado desde 2007, cuando cayó -igual que el año anterior (2006)- contra el suizo Roger Federer.