El Real Madrid y el Barcelona van a jugar, en la sexta jornada del Top 16 de la Euroliga, el tercer clásico de la temporada con un claro sabor a revancha tras la victoria madridista en la Supercopa y la azulgrana, hace poco más de un mes, en la competición doméstica.
Embutido en las interminables catorce jornadas del Top 16, en la sexta, este clásico con aureola continental es importante pero no es trascendental, aunque todo lo que sea un duelo directo entre madridistas y azulgranas trasciende por encima de cualquier resultado.
RIVERS, DUDA
Pablo Laso tiene a casi todos sus jugadores a su disposición. KC Rivers acaba de tener una gastroenteritis y será duda hasta el último momento. El descarte habitual del técnico en los últimos partidos en Europa ha sido el tunecino Salah Mejri, pero hasta la hora del partido no tomará el técnico una decisión definitiva.
La derrota en Tel Aviv, ante el Maccabi, de la semana pasada es otro de los aspectos que tendrá su influencia sobre el clásico. No porque haya dejado secuelas en los madridistas, se supone, sino por la reacción que se presume a los jugadores de Laso, tras un gran inicio y una incomprensible caída en su juego posterior en la capital israelí.
La derrota en Liga en el Palau, el 28 de diciembre (76-68), fue "un punto de inflexión" según Sergio Rodríguez y "toda una lección" según Jaycee Carroll. Desde entonces el Madrid mejoró notablemente, sobre todo en defensa.
Ahora, con la Copa del Rey casi en vísperas (Las Palmas, 19-22 de febrero) la victoria del clásico otorgará favoritismo a su protagonista y creará dudas razonables en el que salga damnificado. Nada nuevo tras un choque entre entrañables enemigos.
Además de acercar un poco más el pase a los cuartos de final y al factor campo, en el playoff al mejor de cinco partidos, que es el verdadero objetivo de ambos equipos a estar alturas y en esta competición. Aunque un Real Madrid-Barcelona, o viceversa, siempre sea algo más.