El Schalke, un equipo con ansia de grandeza hundido en la medianía
El talento de Draxler y el gol de Huntelaar
Alineación tipo: Fährmann; Neustädter, Kirchoff, Höwedes; Uchida, Fuchs; Aogo; Barnetta, Meyer; Choupo Moting y Huntelaar
El Schalke, rival del Real Madrid en los octavos de final de la Liga de Campeones, es un equipo con ansias de grandeza que, sin embargo, lleva décadas hundido en una medianía que a ratos se parece a la mediocridad y esa tendencia es algo que también se refleja en la marcha de la temporada actual.
El presupuesto del Schalke es el segundo de la Bundesliga, por detrás del presupuesto inalcanzable del Bayern. Eso es algo, sin embargo, que no termina de reflejarse en los resultados del popular club de Gelsenkirchen que, pese a épocas deportivamente interesantes, no ha logrado ser campeón alemán desde 1958.
TÍTULOS MENORES
De esa manera, pese a sus inversiones, el Schalke ha tenido que conformarse con títulos menores como la Copa de Alemania -la última vez que la obtuvo fue en 2011 con Raúl González en el campo- o la vieja Copa de la UEFA, que ganó en 1997 cuando creo uno de los mitos de los que vive parte de la afición.
Otro mito es el título liguero que se le escapo por muy poco en 2001, cuando todo el viejo Parkstadion terminó llorando en pleno cuando, lejos de Gelsenkirchen, el Bayern logró un empate agónico ante el Hamburgo en Hamburgo y acabó con las celebraciones que ya habían empezado en la cuenca del Ruhr.
El viejo Parkstadion ha sido sustituido por la monumental Arena auf Schalke, o Veltnis Arena, un estadio descomunal para una pequeña ciudad como Gelsenkirchen y, según las malas lenguas, demasiado bueno para un equipo como el Schalke.
CON DI MATTEO EN EL BANQUILLO
El Real Madrid ya conoce ese estadio y en la última temporada sentó allí un fundamento importante para la conquista de la décima al romper el maleficio de no poder ganar en Alemania y golear al Schalke con un contundente 1-6. Ese resultado puede pesar ahora psicológicamente sobre el Schalke que ha cambiado de entrenador relevando al desafortunado Jens Keller por Roberto Di Matteo.
Con Di Matteo el Schalke se ha mostrado irregular. Lo peor ha sido la goleada sufrida en casa ante el Chelsea (0-5). Lo mejor, haber tenido la entereza de superar la fase de grupos pese a su irregularidad.
El gran problema del Schalke actual es que, contra la tradición batalladora del club, es un equipo que se desinfla cuando tiene el marcador en contra. Adelante, tiene pegada, con el holandés Klaas-Jan Huntelaar y el camerunés Eric-Maxim Choupo Moting. En el centro del campo, en cambio, el Schalke termina sin encontrar su juego ideal.
El joven Max Meyer, que marcó el gol que selló la clasificación del Schalke a octavos, de momento, pese a su talento, no tiene la continuidad necesaria, probablemente porque Di Matteo no quiso darle la responsabilidad de echarse el equipo al hombro. Kevin Prince Boateng destaca por su irregularidad.
Todo ello, hace que muchas veces Choupo Moting y Huntelaar tengan que encargarse de armar también el juego con lo que, en el momento de llegar al área, falta un hombre en la posición de remate. De momento, Di Matteo ha buscado darle estabilidad al Schalke con un esquema de tres centrales y dos carrileros, el austriaco Christian Fuchs y el lateral Atsuto Uchida, que recorren todo el campo.
Alineación tipo: Fährmann; Neustädter, Kirchoff, Höwedes; Uchida, Fuchs; Aogo; Barnetta, Meyer; Choupo Moting y Huntelaar.
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