Sergio González, un 'pepinazo' cultivado en el barro
Dio al Leganés la primera victoria de su equipo a domicilio contra el Barcelona
La cabeza de Sergio González dio al Leganés, en el Estadio Olímpico Lluís Companys, la primera victoria de su equipo a domicilio contra el Barcelona y a él la satisfacción de alcanzar el cielo después de años escalando desde el barro.
Muchos han descubierto esta temporada al defensa central del cuadro blanquiazul, quien no se ha estrenado en la máxima categoría del fútbol español hasta cumplidos los 32 años, pero que se ha adaptado a ella como si la conociera de toda la vida.
De hecho es el sexto jugador con más despejes del campeonato, el segundo con más intercepciones, el segundo con más recuperaciones y el séptimo con más recuperaciones tras pérdida según datos de BeSoccer.
Pero Sergio no es solo sus datos con los pies; es también el capitán, un líder, el espejo en el que muchos que brillan en el fútbol modesto se miran para creer que se puede.
Porque al igual que sucediera con el otro portador del brazalete en el Lega en Primera, el argentino Martín Mantovani, sabe lo que es subir a la élite peldaño a peldaño.
El zaguero pudo acortar esos pasos, haber seguido un camino más fácil de prosperar en la cantera del Real Madrid, donde le cerraron las puertas después de jugar tres años en juveniles.
Pero en lugar de eso tomó el desvío hacia una senda sinuosa con paradas en Las Rozas y en el Villaviciosa de Odón, en Preferente y en Tercera respectivamente.
Clavado en ese último escalón siguió tres temporadas más; dos en el Alcorcón B, tras decidir volver a una cantera aún habiendo superado ya los 21 años, y otra en el San Sebastián de los Reyes. Allí consiguió el ascenso a Segunda B en la temporada 2015-2016, siendo importante en el plantel que fue campeón de grupo. Y comenzó su despegue.
Lo hizo primero en el histórico Recreativo de Huelva, en la que fue su experiencia iniciática fuera de la Comunidad de Madrid, también en la actual Primera RFEF. Y luego en el Mirandés, donde cambió de grupo para acabar logrando el objetivo de pisar la división de plata a los 27 años a las órdenes de su actual entrenador, Borja Jiménez.
Tras un curso en el que el equipo acabó en mitad de tabla, ya con Andonio Iraola de técnico, quedó libre. Y como si el destino estuviese ya escrito, se convirtió en el hombre que inauguró la nómina de fichajes del Leganés después de su descenso desde la elite.
Quizás sin saberlo por entonces, el cuadro de Butarque acababa de hacer una de las mejores inversiones de su historia, de apostar por un futbolista que será leyenda del club.
Y eso que en sus tres primeras temporadas le costó hacerse con el puesto, siendo poco protagonista en el arranque pero titular indiscutible conforme pasaban las jornadas.
De hecho en la 2022-2023 marcó en la fecha 35 del campeonato, a domicilio contra la Ponferradina, un gol quizás más importante aún que el anotado ante el Barcelona, pues sirvió para sellar la permanencia de manera casi matemática tras un año de mucho sufrimiento
Fue justo antes de que su trayecto volviese a cruzarse con el de Borja, quien al igual que sucediera en Anduva ha logrado que afloren todas sus virtudes. Más maduro que en su primera experiencia juntos.
Sergio se ha destapado como un defensa con ascendencia entre sus compañeros, que va bien por alto, que mide al milímetro sus acciones, que ve pocas tarjetas, y que da la sensación de estar concentrado en todos los choques durante los noventa minutos.
Con esas características debería ser suficiente para no salir del once. Pero es que además se ha desatado como goleador. Siempre inteligente para desmarcarse y rematar solo en las acciones de estrategia, en la 2023-2024 anotó seis tantos, tres de ellos en partidos consecutivos. Y en esta ya lleva dos, pues también le marcó al Celta de Vigo.
Son los últimos logros de un futbolista hecho a sí mismo, que nunca ha desfallecido y que además, en paralelo a su carrera deportiva ha realizado otra universitaria que ya le tiene preparado para cuando cuelgue las botas. Porque en el verde y en la vida, Sergio González siempre mira hacia adelante.
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