0-2. El Valladolid profundiza en la herida de un Leganés impotente

El Valladolid sacó provecho del desconcierto de un Leganés huérfano de buenas noticias, que va perdiendo piezas de su traje de favorito al ascenso cada jornada que pasa mientras se acrecienta su preocupación.

Consciente de que los tres puntos eran vitales para salir de la zona baja y aplacar la insatisfacción de una grada descontenta, salió el anfitrión voluntarioso. Pero de poco sirve intentarlo si el acierto brilla por su ausencia.

Eso es lo que le pasó al cuadro blanquiazul, incapaz de materializar en gol los minutos de dominio que tuvo. Las constantes internadas por las bandas con pase atrás morían en la búsqueda de un rematador y la oportunidad más clara, originada en un fallo de Luis Pérez, la mandó fuera Arnáiz desde una posición propicia.

Lo que le faltó a los pepineros le sobró a su rival. El Valladolid amenazó en el arranque con un tiro cruzado del batallador Weisman y en la siguiente ocasión que tuvo dejó el esférico en las mallas. Se encargó de ello Sergio León al cabecear, adelantándose a Javi Hernández, un buen centro desde la izquierda de Villa.

Del control a los nervios tras el gol

A partir de ese momento, el equipo local pasó del control del juego a los nervios y las imprecisiones. Así llegó el descanso como bálsamo propicio para calmar su ansiedad, reordenar las ideas y volver a la carga.

Con ilusiones renovadas, recuperó la intensidad el Leganés. No era suficiente con eso, sin embargo, para remontar el choque. Al paso adelante no le siguieron las ocasiones y se perdió medio tiempo sin nada que animase a un público cada vez más impaciente.

Shibasaki rompió el letargo con un golpeo desde la frontal que dio algo de trabajo a Roberto. Y ya. Sin claridad en la elaboración, con más voluntad que certezas, el resto fueron ataques en vano. Al final, una contra visitante la culminó Weissman para finiquitar cualquier esperanza del Leganés.