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Ni Messi ni Cristiano. Rafhael Varane fue el gran triunfador del Real Madrid-Barcelona de Copa del Rey. El jugador francés se elevó por encima del resto de jugadores y coronó una actuación brillante que le consagra como un central de categoría.

Estuvo a un gran nivel. El mejor del equipo. Rápido y con soluciones al ataque azulgrana. Palió los despistes de su compañero Carvalho en varias ocasiones. Sacó bajo palos y solucionó un problema creado por Arbeloa que pudo acabar en gol. El mejor de la zaga blanca. Redondeó su actuación con el gol de su equipo.

LA PRENSA DEPORTIVA COINCIDE

La prensa deportiva coincide en señalar al defensa madridista Raphael Varane como la inesperada estrella del partido. "El mejor fútbol del mundo. Un Varane imperial equilibró el gol de Cesc", titula 'As' en portada. "Todos lucharon como fieras y se retiraron como amigos", añade. También en primera, apunta que el portero Diego López, fichado para cubrir la baja por lesión de Iker Casillas, "debutó y disputó un gran partido".

"Varane da vida al Madrid", encabeza este diario su crónica del encuentro, en la que sostiene que "el Madrid salió vivo del Clásico y el Barcelona se marchó con la sensación de oportunidad perdida, tantas fueron las ocasiones que tuvo de sentenciar el pase a la final".

'Marca', sobre una gran foto del jugador francés, abre su edición con el adjetivo "Colosal". "Salvador Varane. Evita tres goles cantados y marca el empate en su primer clásico", señala. También destaca: "Madrid y Barcelona demuestran con un partidazo que son los mejores del mundo. Iniesta reina por encima de Messi y Cristiano. Magnífico estreno de Diego López".

DIEGO LÓPEZ GANA EL PULSO A ADÁN

Diego López debutó en un clásico, desenmascaró el discurso de Mourinho y ocupó la meta blanca cuatro días después de llegar a Madrid, en el duelo grande ante el Barcelona. El debate y la incertidumbre se silenció una hora antes del partido de ida de la semifinal copera. La lesión de Iker Casillas había mantenido entretenido a buena parte de los especuladores. Incluso de los apostantes. Al final vio la luz del lado del gallego.

El revuelo creado por Mourinho hace poco más de un mes, que agitó innecesariamente una cuestión intocable hasta ahora, la de la portería, alimentó la expectación con la baja de Casillas y el fichaje relámpago de Diego López, hasta ahora en el Sevilla.

Adán, al que su entrenador había considerado en un mejor momento que el capitán, jugó el partido de Liga ante el Getafe, el pasado domingo. Una decisión lógica a pesar de la inclusión en la convocatoria de Diego López, que había llegado horas antes a Madrid aún desbordado emocionalmente por su nueva situación.

La cuestión estaba en prolongar la confianza a Adán o justificar el fichaje de Diego López, veterano, con experiencia e internacional. Y acarrear con las posibles consecuencias psicológicas para el joven meta si quedaba al margen del clásico.

Jose Mourinho quedó al descubierto. La fe en Adán no alcanza aún para momentos de enjundia, espacio que en cualquier caso hubiera estado reservado a Iker Casillas y ahora, mientras tanto, parece destinado a López. Nada que ver con los argumentos que el preparador luso se empeñó airear para justificar una decisión de otra índole. Por la que antes pasaron otros miembros de la plantilla como Sergio Ramos, Mesut Ozil o Ángel Di María, que más tenían que ver con escarmientos o toques de atención que por razones meramente deportivas.