Vinícius | EFE
(Actualizado

Ajeno a todo lo que ha rodeado a su figura en una semana de locura previa al derbi. Centrado en el fútbol, en ser decisivo en una gran cita que disfrutó del primer minuto al último, en la que cortó su racha de cuatro jornadas de Liga consecutivas marcando, se estrelló en la madera pero generó desequilibrio y reivindicó una manera de entender la vida bailando con Rodrygo Goes tras el gol que rompió el partido.

El Metropolitano vio la esencia pura de Vinícius, para lo bueno y lo malo. Decisivo con su velocidad al espacio para crear el segundo gol y evitable su comportamiento en alguna simulación, como un golpe en el cuello inexistente, o el intento de un regate de tacón con 2-0 en el marcador que provocó que el estadio corease el calificativo despectivo de "tonto".

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Fue la única falta de respeto dentro del Metropolitano. Como gran referente madridista que es, Vini estuvo en el centro de la diana de la afición rojiblanca, siempre con silbidos cada vez que entró en escena pero sin los cánticos racistas que se escucharon por un centenar de aficionados en las inmediaciones del estadio.

"Eres un mono, Vinícius eres un mono" cantaron una minoría que durante el derbi quedó claro no representaban al Atlético de Madrid.

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"Vini dame tu camiseta y yo bailo", mostraba una pancarta de un aficionado en la grada. Y Vinícius bailó. No por un gol suyo pero sí por el de su inseparable Rodrygo Goes en la acción que marcó el partido. La primera llegada madridista y el golpe directo al mentón rojiblanco. Lo tenían hablado y se buscaron para realizar un baile que muestra una forma de entender la vida. Ante la crítica, la falta de respeto y cualquier acto racista, ellos bailan.

Y lo seguirán haciendo. En el Santiago Bernabéu o en casa del gran rival de la ciudad, el Atlético de Madrid. Nada afectó al juego de Vinícius, no tan decisivo como otras citas pero siempre importante en el ataque madridista.

Ante los silbidos respondió tocando de tacón el primer balón, luchando por cada balón, metiendo velocidad en la carrera para disfrutar de la ocasión que estrelló en el palo y acabó en el tanto de Fede Valverde. Su celebración, en su carrera hasta el uruguayo dando saltos, mostró las ganas que tenía de celebrar.

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Cuando Vinícius cayó en esa parte que aún debe corregir según madera, meterse en un lío evitable con Rodrigo de Paul, simular en una acción, apareció rápido la voz de la experiencia de un jugador de 37 años como Luka Modric para pedir cabeza a su compañero. Es un gesto repetido desde la banda por Carlo Ancelotti.

Tenía en el recuerdo el brasileño el firme marcaje del último derbi de Marcos Llorente que lo secó. Hoy se quitó una espina. Superior cuando fue hacia dentro y encontró espacios entre el lateral y Felipe, también en el uno a uno cuando se midió. Siempre buscó a Rodrygo, una conexión brasileña que está siendo decisiva en el impecable arranque de temporada del Real Madrid. Fue el derbi de Vini, el noveno sin marcar pero con un buen sabor de boca. A cualquier polémica no hay mejor respuesta que el fútbol y el baile.