Resuelto en diez minutos el duelo ante la Real Sociedad (2-0), la afición del Vicente Calderón se dedicó a calentar el derbi de la próxima semana en la Liga de campeones, la eliminatoria en la que ya todos los rojiblancos piensan, a pesar de que el sábado aún deberán de rendir visita a La Rosaleda para enfrentarse al Málaga.
Salió la Real dormida al estadio Manzanares. Avisó el turco Arda Turan con un balón al palo en el minuto dos y, unos segundos después, Mikel González cabeceó a gol en su propia portería tras un saque de esquina. En un par de minutos, el Atlético había logrado un comienzo plácido, el inicio soñado.
CON LA MIRADA PUESTA EN EL REAL MADRID
Sólo transcurrieron ocho más hasta que el francés Antoine Griezmann anotase el segundo al aprovechar un mal rechace del cancerbero argentino de la Real Sociedad Gerónimo Rulli. Fue el decimosexto tanto en Liga de Griezmann, que no celebró por respeto a sus excompañeros, y el decimonoveno del extremo en el curso, sólo uno por detrás del croata Mario Mandzukic, que suma veinte.
El público, unos 45.000 espectadores, entendió que la faena estaba finiquitada y ya todas las miradas se centraron en la importante ronda de cuartos de final de la Champions, en la que el club se juega gran parte de la temporada.
Por eso entonó una y otra vez el cántico de "jugadores, jugadores, hemos venido a ganar, que se enteren los vikingos quién manda en la capital". Igual que habían hecho una semana antes del 17 de mayo de 2013, en el partido de liga ante el Barcelona.
El Atlético perdió ese día (1-2), pero la afición hizo volver a sus jugadores a la hierba después de concluido el envite para empujarles con el soniquete de "jugadores, jugadores". Seis días más tarde, los de Simeone ganaban la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu al Real Madrid (1-2) y rompían una racha de 25 duelos capitalinos sin ganar al 'eterno' rival.
Casi dos años después, el Calderón acoge con ánimo de revancha un nuevo enfrentamiento ante el Real Madrid, otra vez en la máxima competición de clubes, como el 24 de mayo de 2014, aquella vez en la final de Lisboa.
DOMINIO ROJIBLANCO
Desde entonces, seis combates con resultado de cuatro victorias rojiblancas y dos empates adornan para los de Simeone una campaña en la que el técnico argentino le ha tomado la medida a su homólogo en el banquillo blanco, pero la herida de la capital portuguesa con aquel tanto de Sergio Ramos en el último suspiro, todavía está abierta.
Por eso, la hinchada del Manzanares dejó de preocuparse de lo que ocurría sobre el césped ante la Real una vez que Griezmann firmó la segunda diana. "Jugadores, jugadores, hemos venido a ganar", afinó en repetidas ocasiones, en medio de un ambiente entusiasta.
Sólo la aparición del realista Esteban Granero en la banda, alteró la atmósfera festiva. La grada no olvida su pasado madridista ni sus declaraciones tras el traspaso de Griezmann al Atlético el pasado verano, en las que no dejaba en buen lugar al equipo madrileño.
Una sonora pita saludó su salida al campo para sustituir a Chory Castro en el minuto 81. Y del mismo calibre fue la ovación para el esloveno Jan Oblak, cuando realizó una tremenda parada a disparo del centrocampista visitante. "Obi, Oblak, cada día te quiero más", se arrancaron las tribunas hacia el portero.
De la Real no hubo noticias en todo el partido. Los visitantes arrojaron la toalla con el 2-0 en contra y el Atlético sesteó con la holgada ventaja, como el pasado sábado en Córdoba. Simeone camina partido a partido, y el siguiente es el del Málaga el próximo fin de semana, pero ante los donostiarras, la grada miró para otro lado. Un nuevo enfrentamiento ante el Real Madrid está a la vuelta de la esquina.