(Actualizado

El portero esloveno del Atlético de Madrid Jan Oblak vivió en la vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones contra el Bayer Leverkusen, el momento que estaba esperando, al tener que salir por su compañero lesionado Miguel Ángel Moyá y ser una de las claves de la vitoria parando un penalti.

Con el peso sobre sus espaldas de ser el portero más caro de la Liga -16 millones de euros pagó el Atlético al Benfica portugués el pasado mes de julio-, el mal arranque europeo con derrota ante el Olympiacos y la eliminación de la Copa del Rey, parecía que Jan Oblak (Skofja Loka, Eslovenia, 1993) no iba a contar con más opciones de ponerse bajo los palos en el Atlético esta temporada.

PROTAGONISTA EN LA TANDA DE PENALTIS

Pero el azar, la mala fortuna de su compañero Moyá, lesionado en una carrera corta en los primeros 20 minutos del duelo contra el Bayer Leverkusen, y el tino del esloveno en la tanda de penaltis, en la que detuvo el primer lanzamiento al turco Hakan Çalhanoglu, le han vuelto a poner en el puesto y le convirtieron ayer en uno de los nombres propios coreados por la afición.

"Yo creo que el fútbol, como en todos los deportes, si lo haces bien, si entrenas bien, siempre llega tu oportunidad y tu momento. Claro que hay partidos que no estás muy bien y otros que estás perfecto", explicaba el arquero tras el encuentro.

De físico espigado y aspecto tranquilo, en un día plagado de emociones, Jan Oblak atendió pacientemente tras el encuentro a cuantos medios se lo solicitaron y en todos varios idiomas: español, esloveno, portugués e inglés.

Con esa misma tranquilidad aseguraba que su salida en el minuto 20 por la lesión de Moyá no había sido especial, ya que ingresaba por un compañero lesionado. "No estaba feliz porque Moyá estaba lesionado, pero tenía que calentar y entrar en juego", relató.

"SIMEONE ME PIDIÓ TRANQUILIDAD"

"Simeone me dijo que estuviera tranquilo, que iba a ir todo bien. Es normal, cuando estás en el banquillo estás como un jugador, aunque no juegas esperas tu momento. Cuando llega, quieres hacerlo bien", apuntó. Aseguró el meta esloveno que no se habían preparado los lanzadores de penaltis del equipo rival. "No habíamos visto vídeos. No sabía nada, ni dónde tiran, ni cómo tiran. Yo decidí qué hacer en cada lanzamiento", reconoció.

Pese a que el equipo germano lanzó dos penaltis a las nubes, los del turco Ömer Toprak y el último del alemán Stefan Kiessling; fue una intervención de Oblak la que permitió mantener al Atlético las opciones después del primer lanzamiento de Raúl García que se fue alto.

El aguante del portero esloveno, que esperó hasta la última centésima de segundo para tirarse al suelo, le permitió detener un tibio lanzamiento de Calhanoglu, raso y al centro. "Siempre tiendo a aguantar lo máximo posible", explicó Oblak.

Jaleado por la afición antes de la tanda de lanzamientos -aunque aseguró que cuando estás en el partido "no sabes quién grita ni qué grita"-, Oblak fue de los primeros en ir a consolar a los jugadores alemanes, empezando por Kiessling, que marró el penalti decisivo.

"Estaba feliz porque ganamos, pero por otro lado estaba triste porque sé cómo se siente cuando pierdes en una tanda de penaltis, y no es bueno. Estoy contento por el equipo", comentó el guardameta tras el duelo, recordando la tanda de penaltis que perdió la temporada pasada, en la final de la Liga Europa en la que cayó con el Benfica frente al Sevilla desde los lanzamientos de once metros.

"Sé lo que se siente. No es fácil levantar la cabeza y esperar a la siguiente ocasión", añadió Jan Oblak. Después de haber vivido su primer gran momento con el Atlético, y a la espera de qué pueda ocurrir con la lesión de su compañero Moyá para el próximo duelo liguero del sábado ante el Getafe, Oblak no piensa en si será o no titular, y vive con la consciencia de que en el deporte todo puede cambiar en décimas de segundo.

"No pienso en eso, porque en un segundo cambia todo. Hoy es así, mañana no sé qué va a ser. Espero que Moyá se recupere cuanto antes porque necesitamos a todos", dijo. Para los dos, el objetivo es "ayudar al equipo" y ambos se desean suerte antes de salir al terreno de juego, como lo hizo el mallorquín con él cuando tuvo que ser sustituido.

Oblak, el portero de los 16 millones y la opción de futuro del Atlético a sus 22 años, solo piensa en demostrar su valía y tiene bien asumido el catecismo de su entrenador Diego Simeone: todo por el colectivo "Tanto si cuestas un euro como diez millones tienes que demostrarlo, hacerlo bien para el equipo. No juegas para ti mismo, sino para el club", declaró tras el encuentro, su primer gran día en el Vicente Calderón.