Estados Unidos se adjudicó la medalla de oro en el torneo olímpico de baloncesto al ganar a España, que jugó un grandísimo partido por 107-100, en una repetición de la final de hace cuatro años en Pekín.
La selección salió fiel a sus ideas y a lo comentado en la previa por técnicos y jugadores, en zona en defensa y con todo el descaro del mundo en ataque, con la idea de relajar el marcador cuanto fuese posible, pero los guarismos se dispararon desde el primer momento.
Los norteamericanos tampoco renunciaron a su estilo de juego directo, prácticamente un uno contra uno, con poca elaboración, pocos pases, muchos tiros y mucha efectividad.
Pau Gasol y Juan Carlos Navarro fueron los primeros que se apuntaron a tirar del equipo y el capitán volvió a demostrar su especial habilidad para ser decisivo en los grandes partidos. En los primeros cuatro minutos de final olímpica firmó diez de los doce puntos de España con tres triples lanzados y anotados.
El equipo nacional jugó un gran primer cuarto y a pesar de ello recibió 35 puntos. Los 27 puntos de los españoles fue toda una declaración de intenciones: jugar al baloncesto en el terreno que fuera.
Michael Krzyewski, entrenador de la selección USA, no pudo reservar nada. Tuvo que jugar con todos sus mejores efectivos, porque España no volvió la cara en ningún momento, al contrario, con cada ventaja estadounidense en el marcador volvió a apretar los puños y a recuperar el marcador.
No importó que Marc Gasol tuviera cuatro personales en el minuto trece de partido (43-42), o que se estuviera repitiendo la misma historia que en la final olímpica de Pekín con el doble criterio arbitral, la selección siguió a lo suyo, jugando, demostrando y demostrándose su gran nivel.
Al descanso, 59-58, tras un segundo parcial de 24-31 para los españoles, con Navarro autor de 19 puntos por delante de Durant (17), y con España dominando en asistencias (7 por 11) y rebotes (19 por 21) a los jugadores USA.
La entrada de Sergio Rodríguez en el primer cuarto dio ese punto canalla, en el mejor sentido de la palabra, que siempre se necesita en una final de estas características y todo el equipo se sumó a la nueva corriente.
Pau Gasol firmó el 64-67 con tres jugadas del más alto nivel (min. 27) y los estadounidenses comenzaron a mirarse incrédulos. Tres contraataques seguidos de los norteamericanos amenazaron con romper el partido por la vía del descontrol, pero España siguió devolviendo golpe por golpe, triple por triple y manteniendo la igualdad en el marcador.
Serge Ibaka consiguió frenar en varias jugadas a Lebron James, mientras que Pau Gasol se hizo grande bajo los aros en ataque y defensa. El juego en conjunto de España mantuvo el pulso a la calidad de los mejores jugadores del mundo e Ibaka (min.28) empató el partido a 80.
La selección estadounidense acabó el cuarto un punto arriba, 83-82, pero perdió el segundo cuarto (el reseñado 24-31) y empató en el tercer periodo 24-24.
Se acabaron las pocas rotaciones en los norteamericanos, que jugaron con los titulares en el inicio del último cuarto. Llevaban mucho tiempo viendo las orejas del lobo.
El marcador comenzó a desnivelarse, 93-86 (min. 34), pero el equipo español siguió manteniendo su apuesta por la fuerte defensa y el juego de calidad en ataque, aunque los tiros no entraran demasiado. Siguió jugando de tú a tú a los mejores y metiéndoles el miedo en el cuerpo hasta el último segundo
A dos minutos para el final los NBA comenzaron a respirar, 102-93, pero mirando el retrovisor porque ya no se fiaban de nadie.
Sólo a 37 segundos para el final el seleccionador estadounidense se permitió dar entrada a los suplentes. Todo un dato.
La selección española firmó una gran final, mejor que la de Pekín (perdió por 107-118), y consiguió su segunda medalla de plata olímpica consecutiva, una plata que brilla como el oro.