Mainoo | EFE
(Actualizado

Con una idea fija y una alineación casi inamovible, Gareth Southgate transitó errático al inicio de la Eurocopa, con dificultades para dar con la tecla necesaria y producir un vuelco en la falta de consistencia e identidad de Inglaterra.

La solución la tenía en el banquillo, era arriesgada y terminó por claudicar y apostar por un joven de 19 años que cambió todo: Kobbie Mainoo.

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El pivote del Manchester United, protegido de Erik ten Hag, asumió galones esta temporada en su club. Su entrenador apostó fuerte por él y terminó el curso con 33 partidos oficiales en sus piernas más otros dos de la UEFA Youth League.

Mainoo en apenas un curso ha pasado de jugar con las categorías inferiores de los 'Red Devils' a tener muchas opciones de entrar en el once titular de Inglaterra que afrontará la final de la Eurocopa ante España.

Ha despegado como un cohete y en la selección sólo ha necesitado unos ratos para convertirse en un jugador indispensable.

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Al principio no lo fue, porque Southgate tenía otros planes que se fueron por el sumidero. El entrenador británico necesitaba un compañero para Declan Rice en la sala de máquinas y declinó apostar desde un inicio por el joven jugador del United.

En el banquillo tenía tres opciones naturales: Conor Gallagher, la otra joven promesa de 20 años Adam Wharton y el mismo Mainoo. No se decidió por ninguna y cometió un gran error.

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A Southgate le dio un ataque de entrenador y colocó a un lateral derecho como Trent Alexander-Arnold al lado de Rice. Lo hizo dos veces, ante Serbia y Dinamarca, en el estreno de Inglaterra en la Eurocopa.

El tortazo fue descomunal, porque Alexander-Arnold estaba completamente desubicado en una posición que no era la suya.

De hecho, en ambos encuentros fue sustituido en la segunda parte por Gallagher, después fue titular en el tercero ante Eslovenia en la búsqueda de un remedio para paliar el mal juego de Inglaterra volviendo a una alineación más lógica.

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Tampoco funcionó. Inglaterra, pese a una desastrosa propuesta, alcanzó los octavos de final después de ganar a Serbia (0-1) y de empatar 1-1 ante Dinamarca (1-1) y Eslovenia (0-0).

Con un fútbol totalmente gris, dependiente de las inspiraciones individuales y sin una aparente idea de nada, Southgate tenía que encontrar una solución. Hasta ese momento, no había tocado nada de su once salvo ese cambio de Gallagher por Alexander-Arnold.

Siempre jugaban los mismos y ni siquiera Cole Palmer, el único capaz de agitar el avispero con su aparición en la segunda parte del tercer encuentro, tenía opciones de ingresar entre los elegidos.

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Y entonces, en octavos de final, apareció Mainoo, que terminó por convertirse en la única pieza después de Gallagher por la que Southgate apostó con el objetivo de dar un revolcón a su equipo desde el inicio. Ya participó en la segunda parte del duelo anterior y el combinado británico presentó brotes verdes.

Su seleccionador tomó nota y le dio la alternativa para el choque contra Eslovaquia. El resto de jugadores, salvo un cambio obligado por sanción en el centro de la defensa para los cuartos de final (Ezri Konsa por Marc Guéhi), han sido siempre los mismos.

La entrada de Mainoo no trajo desde primera hora el equilibrio y la contundencia que necesitaba Inglaterra. Pero sí apareció el descaro, el atrevimiento y una mayor agresividad en las recuperaciones y coberturas.

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Aún así, Inglaterra se salvó de milagro ante Eslovaquia gracias a un gol de chilena de Jude Bellingham y en cuartos de final necesitó frente a Suiza la inspiración de Bukayo Saka y el acierto en una tanda de penaltis que salió perfecta para Inglaterra.

Entonces, en semifinales, Mainoo terminó de erigirse como el gran sostén de Inglaterra en el centro del campo y como un hombre absolutamente imprescindible. Ya perfectamente asentado en el centro del campo y acoplado a lo que pedía Southgate, dio una lección ante Países Bajos.

Sobre todo en la primera parte, en la que su equipo estuvo bastante acertado después de muchos partidos bordeando la incertidumbre.

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En ese partido, Mainoo se convirtió, con 19 años y 82 días, en el jugador más joven de la historia de Inglaterra en disputar unas semifinales de un gran torneo.

Y lo celebró a lo grande sobre el campo, con unos datos de nivel: ganó el 100 por ciento de sus duelos y ningún jugador de Inglaterra hizo más entradas e intercepciones.

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Encontró el equilibrio que tanto buscó el conjunto británico y con un tanto (otra vez agónico) de Ollie Watkins en el minuto 91, su equipo se citó con España en la final. Entonces, llegó la lluvia de alabanzas.

"Hasta ahora, no habíamos tenido un jugador como él. Marca una gran diferencia cuando tus centrocampistas pueden recibir presión y girar el balón con tanta facilidad. Parece simple todo lo que hace, pero no lo es. Creo que todas sus actuaciones han sido excepcionales, sobre todo teniendo en cuenta su edad", dijo Southgate tras el encuentro en Dortmund; "Este chico es especial, jodidamente especial", añadió el ex jugador del United Paul Scholes.

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¿Y Mainoo? El hombre del día, vivió esa victoria con normalidad, pero visiblemente emocionado por alcanzar una final que parecía inimaginable cuando Inglaterra sólo escuchaba críticas merecidas por su lamentable puesta en escena.

"Esta Eurocopa es indescriptible. Todo ha sucedido muy rápido. Estamos todos entusiasmados, ha sido un duro viaje llegar hasta este punto y es hora de hacer historia".

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En el estadio Olímpico de Berlín, el próximo domingo, Mainoo, si no hay sorpresas, saldrá desde el inicio para pelearse con Rodri Hernández por hacerse dueño del centro del campo de un partido trascendental para Inglaterra, que no gana nada desde el Mundial de 1966, hace ya 58 años. Southgate no puede dar marcha atrás en su única apuesta verdadera.

Por necesidad más que por convicción, creó al hombre de moda de Inglaterra, al único cambio real y el que dio un revolcón a una situación crítica que ahora se ha convertido en una oportunidad histórica para los pross. Southgate, con Mainoo, encontró un tesoro