3 claves de cómo se gestiona el agua en Madrid ante los retos del cambio climático
La escasez de agua es uno de los principales retos a los que nos aboca el cambio climático
Canal de Isabel II explica los factores clave que permiten el abastecimiento y las técnicas de innovación para conseguir un consumo eficiente
REDACCIÓN
La escasez de agua es uno de los principales retos a los que nos asoma el cambio climático. Naciones Unidas recuerda que el agua está en el epicentro del desarrollo sostenible y es fundamental para el desarrollo socioeconómico, al mismo tiempo que lamenta que su consumo excesivo es una práctica generalizada.
Los riesgos que afronta ahora el sector son más complejos en la actualidad y las previsiones climáticas en España hasta 2050 hace temer que esta circunstancia se agrave. Uno de los escenarios en los que más se está trabajando es en el estudio de los embalses, algo imprescindible para el abastecimiento.
En la Comunidad de Madrid se han reducido en los últimos 30 años las aportaciones medias de agua a los embalses un 20% respecto a la media histórica.
El incremento de la población ha traído nuevos paradigmas de gestión del agua y por eso Canal de Isabel II ha diseñado un plan para optimizar la gestión de los recursos hídricos ante un previsible descenso de las precipitaciones, de tal forma que se pueda suministrar un mayor volumen de agua al mismo tiempo que se consume la cantidad justa pero sin mermar la calidad de vida de los habitantes.
Apoyándose también en el impulso del agua regenerada y en la colaboración de los madrileños, la empresa pública del sector de la Comunidad de Madrid explica los puntos clave en los que trabaja para alcanzar el consumo eficiente en la región:
1. Limitar el agua no controlada
Uno de los puntos clave en los que trabaja Canal es, precisamente, la reducción del agua no controlada. La empresa hace especial hincapié en el mantenimiento de un nivel de pérdidas reales muy reducido, que ya está muy por debajo de la media española y europea. El agua no controlada incluye las pérdidas de la red, el fraude de agua y el subcontaje de los contadores.
Asimismo, la política de renovación y mejora de la red de distribución, que en los últimos años ha supuesto una renovación media de más de 100 kilómetros anuales, tiene entre sus fines reducir al mínimo las pérdidas de agua por fugas y roturas.
A ello se une la puesta en marcha de la mayor inversión realizada por Canal hasta la fecha: el contrato para la renovación de 1.200 kilómetros de tuberías de abastecimiento de agua en 163 municipios, incluido en el Plan Estratégico con el objetivo de aumentar la eficiencia de la red de distribución.
2. Paliar los efectos meteorológicos adversos
Los escenarios que se dibujan en el futuro respecto a los eventos meteorológicos suponen un nuevo desafío. La previsión es que las lluvias sean tal vez más esporádicas, pero, al mismo tiempo, más severas.
Para mejorar el cuidado ambiental y el tratamiento del agua residual en estas condiciones de precipitaciones, Canal ha establecido un sistema que puede anticipar la contaminación que van a tener las lluvias futuras a través de un estudio de los tipos de precipitaciones que se producen en la región.
De esta forma, según el tipo de lluvia esperada, las áreas de depuración de la empresa pueden preparar la operativa más adecuada para evitar problemas de capacidad en las depuradoras y tratar el agua residual para devolverla en condiciones óptimas a los ríos.
Para pronosticar la intensidad de la lluvia con hasta 4 horas de antelación, el modelo de detección se basa en radares meteorológicos que cubren un radio de 65 kilómetros cada uno.
3. Drenaje urbano sostenible
Otra opción son las tecnologías de drenaje urbano sostenible. Canal dispone de una planta pionera de experimentación en Europa en la que contrasta la eficacia de distintas tecnologías de drenaje urbano para regenerar el agua que llega al alcantarillado muy contaminada por la polución atmosférica y por la suciedad que arrastra de suelos y tejados.
Los sistemas de drenaje urbano sostenible sirven para retener las primeras aguas de lluvia y reducir el volumen que se transporta por el alcantarillado. Son, en definitiva, técnicas que favorecen la filtración del agua para que llegue más limpia y en menor cantidad a la red de saneamiento.
Con estas técnicas se podría reducir hasta un 80% la contaminación que arrastra el agua en tiempo de lluvia, según la compañía.