María Castellano, pionera en la lucha contra la violencia de género
Ocupa el sillón número 19 en la Real Academia de Medicina de España
EFE
La primera catedrática de Medicina en España, María Castellano, también fue pionera en la investigación sobre la violencia contra las mujeres cuando esta no era un delito específico, y de esos años destaca la dificultad de las víctimas por sacar a la luz su calvario y de cómo se las desanimaba a la denuncia: "Se sentían impulsadas a callar".
Castellano, de 76 años y quien ocupa el sillón número 19 en la Real Academia de Medicina de España, recuerda, en una entrevista con EFE en el marco del Día Internacional de la Mujer, por qué decidió estudiar Medicina Legal en unos años en los que no era habitual que lo hiciera una mujer y cómo durante su trayectoria ha contribuido a identificar a víctimas de violencia de género e investigar las denuncias.
Cuenta con fascinación que Medicina Legal es una especialidad "asombrosa" y desconocida para muchos porque en su época se asociaba al cadáver, a la autopsia y al esclarecimiento de delitos pero es "todo lo que la medicina puede servir a los tribunales para esclarecer cualquier tipo de cuestión".
"Es tan diversa y completa que colma toda expectativa de investigación, de conocimiento del ser humano y de resolución de problemas de la vida diaria", resalta Castellano, quien dice haberse sentido muy apoyada en una profesión mayoritariamente de hombres aunque reconoce que ha habido momentos puntuales en los que no ha sido así.
La investigación de las agresiones a mujeres por parte de sus parejas es uno de los aspectos que Castellano conoce a la perfección. Por entonces, en la década de los años 70 y 80 no se hablaba de violencia de género "en absoluto", no se diferenciaba como algo específico.
El médico que veía a una persona con lesiones estaba obligado a comunicarlo al juzgado donde se investigaba como un delito de lesiones y se castigaba dependiendo de la gravedad de las mismas.
A finales de la década de los 80, Castellano y un compañero forense de Zaragoza ya llamaron la atención sobre la cantidad de denuncias que existían de mujeres hacia sus parejas, por eso, advirtió a los juzgados de que estaba dispuesta a entrevistar y explorar a esas mujeres, para conocer el daño pero también analizar la peligrosidad del agresor.
"Empezamos también a ver que los daños psicológicos eran tan importantes como los físicos", apunta la catedrática.
Por entonces, la mujer víctima contaba con un entorno hostil para la denuncia porque les decían frases como "es que tú le provocas" o "es que tienes que saberlo llevar" e incluso la propia Policía y la Guardia Civil también las desanimaban a hacerlo, según cuenta la catedrática.
"Desde luego no tenían mucho apoyo", recuerda Castellano, quien insiste en que la mujer "se sentía impulsada a callar", por eso muchas luego lo negaban y argumentaban que la agresión había sido accidental, para no entrar en conflicto con la familia y por miedo.
Quienes daban el paso tenían "una gran entereza", padecían "un gran sufrimiento" y hacían "un gran sacrificio" porque hasta para los médicos tenían que ver una situación evidente de violencia para que dieran cuenta al juzgado.
Castellano no solo entrevistaba a las mujeres, también incidía en la importancia de conocer al agresor para saber el grado de peligrosidad y lo hacía porque viajaba por los pueblos para investigar las denuncias.
"En la medida en que conocíamos la anterior forma de violencia y ponerle remedio, aparecía una nueva que nos sorprendía. Desde que lo fuimos conociendo, desde los últimos años 80 y primeros de los 90, dábamos información a los legisladores, porque la medicina legal tiene que contribuir a que las leyes sean mejores. Así surgieron las leyes después de 2003 y 2004", asegura la experta.
Hoy en día, prosigue, el patrón de la violencia contra la mujer es el mismo, aunque destaca que en el caso de la vicaria, tal y como la conocemos ahora, es una forma nueva de venganza hacia la mujer a través del daño a los hijos.
Castellano hace hincapié en la importancia de la educación en igualdad desde la infancia como una de las herramientas "fundamentales" para acabar con la violencia machista e insistir también en la adolescencia y la juventud, donde "seguimos viendo una violencia que, además, ahora se sirve de las redes sociales para amedrentar al otro".
Por todo ello, Castellano no entiende a quienes niegan la violencia de género: "Son planteamientos incomprensibles desde el punto de vista legal, desde el punto de vista social y desde el punto de vista ético", subraya.
Con el 8M a la vuelta de la esquina, tiene muy claro quiénes son sus referentes: las abuelas y las madres que, sin apenas leer o escribir, hicieron todo lo posible por que las hijas pudieran estudiar, también las fundadoras de instituciones para que las niñas aprendieran; y no se olvida de Margarita Salas y Marie Curie.
E incide en que las médicas han contribuido a la humanización de la medicina porque "tienen una sensibilidad a muchos problemas que los hombres quizá no captaban".
Castellano muestra con orgullo la Cruz de primera clase de San Raimundo de Peñafort en 1983 gracias a su colaboración con la Administración de Justicia y la Medalla al mérito policial, con distintivo blanco, por ser la primera mujer que formó a la policía judicial española, en 1992, sobre cómo actuar en el escenario del crimen con técnicas de marcadores genético-moleculares, la antesala del ADN.