Hervé Rénard y Leo Messi | TELEMADRID
(Actualizado

Pocas veces el nombre de Hervé Rénard aparece disociado de la palabra trotamundos. La reputación de este francés se ha fraguado en países de fútbol modesto, aunque ya antes de que lograra construir en Arabia Saudí un equipo capaz de derrotar a la Argentina de Messi tenía el favor de sus colegas.

Rénard, zorro en francés, ha cosechado más éxitos con selecciones africanas que en su propio país, donde su temperamento nunca se ha adaptado a la vida de clubes.

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Pero en su segunda experiencia mundialista, la primera al frente de un equipo asiático, ha demostrado que su instinto no le falla y ha sido capaz de construir una sólida selección en un país que no figura entre los grandes.

Una máquina de guerra que ha rodado en seis partidos amistosos, con jugadores poco conocidos, algunos de los cuales se forjaron en España tras un contrato entre Riad y LaLiga.

Con el sorprendente triunfo ante Argentina, Rénard ha conseguido situarse en el planeta fútbol, la mayor consecución de un técnico de trabajo tan silencioso como meticuloso.

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Su nombre está unido al de Claude Le Roy, un veterano del fútbol que ha dado la vuelta al mundo de los banquillos: Camerún, Senegal, Malasia, Congo, Ghana, Omán, Siria o Togo. Pocos técnicos pueden presumir de una carta de presentación similar.

A principios de siglo, se fijó en un técnico que había dado sus primeros pasos en el sur de Francia, donde tras una brevísima carrera de jugador se lanzó a entrenar al tiempo que creó una empresa de limpieza de mansiones que le obligaba a levantarse a las tres de la madrugada.

Unir su nombre al de Le Roy fue un aval de quilates, dada la agenda que manejaba su mentor y pronto el pupilo comenzó a conocer un mundo nuevo, palacios presidenciales y toda una nómina de presidentes de federaciones de los países más insospechados.

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En 2008 aterrizó en el banquillo de Zambia, con quien tras un breve paso por el USM de Argel, levantó en 2012 su primera Copa África de Naciones, antes de convertirse tres años más tarde en el único técnico que logró la segunda con otra selección, esta vez la de Costa de Marfil.

Su rostro de play boy y su cuerpo atlético acabaron por llamar la atención en su país de origen, donde el Lille le confió un primer proyecto de talla, pero apenas duró 14 partidos.

De vuelta a África, Rénard logró clasificar a Marruecos para el Mundial de 2018 poniendo fin a una sequía de 20 años de ausencia de los leones del Atlas entre la élite.

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En Arabia Saudí, con quien vive su segunda experiencia mundialista, recibió carta blanca de los jeques para formar un equipo competitivo y Rénard ha cumplido con creces la misión, independientemente de que la hazaña frente a Argentina tenga o no continuidad.

Una única derrota en la fase de clasificación para Catar, frente Japón, le dieron el billete para el Mundial y renovaron la confianza de Riad en su técnico, a quien firmaron un contrato hasta 2027. Rénard lleva años instalado en Senegal, el país de su esposa, en una paradisiaca región junto al mar.

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Quienes le conocen mejor aseguran que es un trabajador infatigable, algo que él mismo afirma que ha heredado de su madre, de origen polaco, pero también muy humilde.

Su cara engaña, señala Le Roy, que fue el destinatario de la primera llamada de teléfono que hizo Rénard tras vencer a Argentina. La estela que siempre ha querido seguir el trotamundos.