Cuando hablamos de Múnich, inevitablemente nos viene a la cabeza otra palabra: Oktoberfest. La fiesta de la cerveza, conocida mundialmente, ejemplo del auténtico carácter muniqués, bastante alejado del tópico alemán.
Pero la capital del estado de Baviera es mucho más que cerveza. Además de su importancia industrial y económica, la ciudad presume de una gran sensibilidad cultural, museos, pinacotecas... Y de algunas joyas arquitectónicas que se concentran en su casco histórico peatonal, lleno también de galerías comerciales, plazas, palacios...
Tradicionales son también sus casas de cerveza, algunas de ellas bien conocidas por los amantes de esta bebida fundamental en la idiosincrasia de la ciudad como Augustiner, Löwenbräu, Paulaner o Spaten-Franziskaner.
Otro motor económico de la ciudad, nunca mejor dicho, es la automoción. Aquí encontramos la sede de una de las marcas alemanas más conocidas, la BMW. Su sede es también un atractivo turístico y se encuentra muy cerca del Olympiapark, el parque olímpico construido para los Juegos de 1972. Sorprende la vigencia y modernidad de su arquitectura, a la altura todavía del ultra moderno Allianz Arena, hogar de Bayern.
Y curiosidades. Algunas pegadas a la historia del país, como la cervecería preferida de Adolf Hitler. Otras más amables, como la única (que se sepa) zona de surf en una ciudad.
Múnich es una ciudad para quienes caminan y para quienes pedalean. Aquí las bicicletas no son una anécdota, sino el medio de transporte más utilizado. El cuidado del medio ambiente es una prioridad para sus habitantes. Se nota. El entorno de la ciudad lo pone fácil: ríos, bosques, montañas...
La ciudad es también una encrucijada perfecta desde donde visitar otros lugares de interés, a distancias razonables: El icónico castillo de Neuschwanstein, Salzburgo, Liechtenstein, Innsbruck, el Lago Constanza o la Selva Negra, por citar algunos.
Os invitamos a conocer Múnich y a los madrileños que allí hemos encontrado, el martes 22, a las 21:30 horas.