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Cada año, los españoles invierten más de 30.000 millones de euros en juegos de azar, según la última Memoria del Juego. Más allá del juego considerado como ocio, como mero azar, como costumbre social, existe un tipo de jugador que se plantea el juego como una profesión especializada, como un método, donde los conocimientos, la informática, la intuición y la psicología son las indispensables herramientas de trabajo para obtener unos ingresos regulares con los que ganarse la vida dignamente. “De profesión, jugador” es un reportaje de Treinta Minutos que rastrea las vidas de varios jugadores profesionales que se desenvuelven en el mundo de los casinos, el póquer “on line”, los bingos y las casas de apuestas deportivas.

Treinta Minutos ha visitado el Casino Gran Madrid, durante la celebración de uno de los Torneos de Póquer; los casinos son los únicos lugares donde se permite jugar legalmente a esta especialidad de cartas. Allí acuden jugadores de toda España: 200.000 euros es el premio más alto. Jugadores profesionales como Paco Torres “El tren”, o Nacho Guerra “Krusty” explican algunos de los secretos de estos torneos maratonianos (que duran desde 6 horas hasta 6 días); este mundo de los torneos profesionales es un peculiar “ecosistema” donde acuden jugadores de lo más variopinto, siempre escudados en un apodo o “nick” particular, muchos emboscados bajo espesas gafas de sol, protegidos de las distracciones con aparatosos auriculares que les aíslan de los ruidos… Nacho Guerra, “Krusty”, explica que, de los 20.000 jugadores profesionales de póker que existen en España, sólo 2000 se ganan la vida con ello: confiesa que hay años en que ha ganado hasta 20.000 euros, pero reconoce también que hay temporadas en que ha perdido cantidades considerables.

El programa ha estado con Gonzalo García-Pelayo, veterano fundador del denominado “Clan de los Pelayos”, la controvertida saga familiar que, años atrás, desarrolló un curioso método matemático para predecir los resultados de la ruleta, basándose en los pequeños defectos técnicos de las mesas de juego. Con una inversión inicial de 300.000 pesetas, este clan llegó a obtener ingresos por valor de 200 millones de las antiguas pesetas. Después de una batalla legal en los tribunales y de su veto en los casinos de España, el Supremo falló que esta familia no realizaban trampas, sino que únicamente recurría al “ingenio” para ganar en el juego. García-Pelayo explica a Treinta Minutos en qué consistía su método y recupera recuerdos de Las Vegas y Montecarlo: apuntaban cuidadosamente durante 15 días los resultados de 5000 bolas por mesa, y realizaban una estadística que les permitía lograr la “radiografía” de cada ruleta, de cada mesa, detectar las denominadas “cojeras”. García-Pelayo reconoce que, hoy día, emplea a los denominados “submarinos”, jugadores y oteadores que recorren los casinos en busca de mesas con defectos, sin vinculación familiar con el apellido del clan.

En el Casino Gran Madrid, Jesús Marín, Director de Juego, detalla minuciosamente a Treinta Minutos cada uno de los aspectos del juego, regulados por el reglamento hasta las insignificancia más nimias: las barajas de póker son controladas desde su fabricación hasta su destrucción final; las fichas perdidas en las mesas, devueltas a los responsables del municipio y destinado su importe a fines de interés social; las bolas de las ruletas, escaneadas para que no puedan tener taras o vicios; las mesas de juego, calibradas; las ruletas, precintadas y registradas cada noche…

“De profesión, jugador” recoge también los secretos de las denominadas “partidas de póker on line”; Álvaro Górriz “Galopo” es un joven estudiante de derecho, jugador profesional, que cada día dedica entre 5 y 7 horas al póker on line: desde su ordenador, asistido por un programa informático que recomienda probabilidades y asesora sobre apuestas, suele jugar 200 euros por mesa; en ocasiones tiene apuestas abiertas hasta en 12 mesas simultáneas. Empezó a jugar en la Universidad, por diversión, y ahora lo considera un trabajo normal.

El programa ha visitado asimismo uno de los locales más emblemáticos de España dedicados al juego: el Bingo Canoe, ubicado en pleno Paseo de la Castellana. Allí proliferan los Juegos Automatizados sin intervención alguna de croupier humano (que van desde el Póker, la Ruleta al Black Jack), Bingo, Apuestas Deportivas… El Canoe es también un lugar de referencia lúdica, donde sus responsables explican que allí, sin embargo, no prolifera la especie del jugador profesional, sino que acude, más bien, un tipo jugador que desea un lugar de encuentro social, uso lúdico y emoción (las apuestas deportivas permiten no sólo apostar por los resultados finales de los partidos, sino por detalles tan particulares como quién va a marcar en un encuentro el próximo gol).

Treinta Minutos no ha querido olvidar a un tipo de jugador profesional que va más allá del jugador social, del jugador profesional; se trata del jugador enfermo: es la cruz, la cara amarga del jugador profesional, que, aunque minoritaria, también existe. Adolfo G., desde el local de “Jugadores Anónimos” explica cómo él, años atrás, pasó por todas las fases del juego: social, profesional y ludópata. Empezó en los años 50 y 60 con fuertes apuestas en timbas ilegales de póker que acabaron en una deuda acumulada de más de 40 millones de las antiguas pesetas. Adolfo G. explica cómo funcionan los grupos de autoayuda y relata cómo ahora la regulación de los casinos y del juego en general permite que este tipo de jugador compulsivo pueda vetar su propia entrada a las salas. Desde 1993 Adolgo G. no ha pisado un Casino.

Basilio Hacha, Inspector de Juego del Casino Gran Madrid, explica estrategias de uso responsable de juego para no caer en hábitos compulsivos y Óscar García-Pelayo, hijo del legendario fundador del clan, ofrece clases a jugadores profesionales donde da lecciones sobre cómo dosificar las apuestas, conocer la probabilidad, dominar los impulsos y aprender a retirarse a tiempo.