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Actriz, cantante, bailarina, directora, guionista... Ángela Molina (Madrid, 1955), flamante Premio Nacional de Cinematografía, debutó con solo 17 años; fue, poco después, el "Oscuro Objeto del Deseo", de Luis Buñuel, y en estos 44 años se ha convertido en una intérprete capaz de hacer "cualquier historia".

Ángela María Teresa del Niño Jesús, que cumplió en enero 61 años, es hija del cantante y actor Antonio Molina, hermana de los también intérpretes Paula, Mónica y "Miki" y madre de la actriz Olivia Molina.

Su primera película la hizo a las órdenes de César Fernández-Ardavín y tres años después, Luis Buñuel le ofreció "Ese oscuro objeto del deseo", con la que logró el prestigio internacional que le abrió las puertas de países como Italia, Francia y Alemania, en los que ha continuado trabajando.

"Buñuel rompió las fronteras de mi vida y mi trabajo", afirmaba la actriz en una entrevista con EFE cuando la Academia del Cine le concedió la Medalla de Oro, aunque insistía en que ella juega "con toda la baraja".

En su larga carrera ha trabajado con los mejores: de Jaime Chávarri a Pedro Almodóvar, Fernando Colomo, Jaime Camino, José Luis Borau, Manuel Gutiérrez Aragón, Giuseppe Tornatore y los hermanos Taviani; o debutantes prometedores, como Paco Cabezas.

Su máximo activo, ha dicho siempre, son sus compañeros pero en su vida hay dos personas excepcionales: su padre y su madre.

"Sin su amor, yo no estaría aquí. Ellos son también la fuente de cualquier cosa que pueda hacer por, para y con los demás", explicaba.

Atesorar una treintena de premios, desde la Medalla al Mérito en las Bellas Artes (2002), a la Concha de Plata o el David de Donatello, además de cinco candidaturas a los Goya, entre ellas por la película "Blancanievas", de Pablo Berger, en la que hacía de abuela de la protagonista.

"Lloré mucho por culpa de esa película. Entonces tuve que pedir a Dios que la vanidad no me llevase a desear premios. El Goya -que habría sido el primero que lograba- tenía que haber sido para todas las mujeres de la película", confesaba.

Pero en la trayectoria de Molina el teatro también ocupa una gran parte que le ha dado grandes satisfacciones profesionales, como lo ha hecho este mismo año la obra "César y Cleopatra", estrenada en el Festival de Teatro de Mérida junto al actor Emilio Gutiérrez Caba.

Y es precisamente en Mérida donde también en 2002 interpretó "Troya, siglo XXI", donde encarnaba a la mítica "señora Robinson" (2005) de "El graduado". Un papel del cine que pasó al teatro al igual que "La dama del mar" (2008), la obra que Susan Sontag adaptó de Ibsen y donde Ángela Molina también apareció.

Obras en las que se muestra con un físico por el que no ha pasado la cirugía ni la peluquería, ya que a sus 61 años, y todo el mundo lo sabe, luce su melena sin ni un tinte y su cara sin un "lifting".

"Es que no tengo mucho tiempo de pensar en nada de eso", se reía mientras confesaba esto a Efe con una blanquísima sonrisa.

Por eso se trata de una actriz que, como reconocía, se ha "especializado" en personajes "sin edad", y en los de abuela, que también lo es.