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"Carrie", el clásico de terror dirigido por Brian De Palma en 1976, renace casi 40 años después de la mano de Kimberly Peirce ("Boys Don't Cry") con un renovado mensaje sobre justicia y venganza frente a los abusos escolares y domésticos.

La película, protagonizada por Chloë Grace Moretz y Julianne Moore en los papeles por los que fueron candidatas al Óscar Sissy Spacek y Piper Laurie, es una recreación moderna de aquella cinta, si bien su directora defiende que el guión bebe directamente de la obra de Stephen King.

"Escribió un libro magnífico y adelantado a su tiempo en cuanto a la fuerza de las mujeres, la justicia, la venganza y los superpoderes", dice Peirce a Efe. "Resulta más relevante si cabe hoy día por las cosas que vemos en nuestra sociedad. Mi objetivo no era mejorar esa historia tan genial, sino crear, a partir de esa base, algo no visto hasta ahora", añade.

"Para eso había que modernizarla y amplificar la relación entre madre e hija. Carrie es un personaje fantástico. Es una inadaptada social y una marginada que busca el amor y la aceptación. No lo encuentra en la escuela ni en casa, lugares donde abusan de ella. Pero descubre su talento especial. Es un cuento universal", apunta la cineasta de 46 años.

Esta nueva versión, en los cines el día 18, vuelve a centrarse en la figura de Carrie, una tímida y apocada estudiante que descubre sus poderes telepáticos cuando sus compañeras de instituto abusan de ella en el momento de su primera menstruación.

Aterrorizada, busca el cobijo y consuelo de su madre, una fanática religiosa que ha tratado de aislarla de la realidad desde su nacimiento al considerar que fue fruto del pecado.

"Ambas mantienen una lucha desde el principio hasta el final, pero Carrie se venga de todo y de todos. Nos encantan los cuentos de venganza, seamos sinceros", manifiesta Peirce, lesbiana reconocida y prometida con una profesora de Sociología, Evren Savci.

Peirce habla con una seguridad pasmosa. Parece no afectarle la responsabilidad de que su obra esté a la altura de la original, algo a lo que probablemente ayuda el contar con la bendición del propio de Palma, íntimo amigo suyo.

"Él mismo me dijo que debía hacerlo. Estuvo a mi lado durante el proceso. Hay una razón por la que Shakespeare se repite una y otra vez en distintas eras, culturas y lenguajes. Sus obras encierran una verdad profunda y son grandes historias. Carrie también lo es. Es única y poderosa. Es un mito. Es Cenicienta con una vuelta de tuerca", afirma.

Peirce hizo suya la historia apostando por una vertiente novedosa. Quiso aprovechar la proliferación de películas sobre superhéroes para dotar a su Carrie de unas cualidades similares que iría descubriendo poco a poco, de forma caótica y divertida.

Además pudo convencer al estudio de incluir nuevas escenas, algunas tan espeluznantes como la que establece la relación amor-odio entre las protagonistas desde el momento del parto, o el clímax final, donde los efectos visuales cobran mayor relevancia.

"La relación entre ambas es más profunda. Es el motor y la columna vertebral de la película. Creo que hay una gran química entre ellas y salen chispas en todo momento. Eso me permitió buscar una aproximación más cercana al thriller de suspense que al terror", declara.

La realizadora, conocida por su capacidad para extraer lo mejor de sus actores, como ya ocurrió en "Boys Don't Cry" cuando Hilary Swank se llevó el Óscar y Chloë Sevigny resultó nominada, cree que sus experiencias personales influyeron en conseguir un alto nivel de comunicación y comodidad con Moretz y Moore.

"Tengo aspecto de hombre, pero el cuerpo de una mujer. Aporto mi visión y logramos una gran intimidad. Vi en ellas cosas de mí y espero haber contribuido a crear un espacio seguro y de confianza donde pudieran crear. Hubo mucha cooperación. Les di espacio para dar todo lo que tienen, y luego, les apreté aún más las tuercas", indica.

La elección de Moretz, protagonista de cintas como "Kick-Ass", "Hugo" o "(500) Days of Summer", atraerá a buen seguro al público joven que no conoce la obra de De Palma, mientras que la presencia de Moore es sinónimo de calidad y prestigio, explica Peirce.

"Chloë es tremendamente carismática. Se come la cámara. De Julianne sólo puedo decir que es un regalo. Es una de las mejores actrices con las que he trabajado. Me muero por volver a trabajar con ella", asevera.