Los ritos paganos dedicados a la naturaleza que Stravinsky sublimó en "La consagración de la primavera" han sido transformados por la coreógrafa alemana Sasha Waltz y su ballet en la invitación a "mirarse en el espejo de la crisis actual de refugiados" que estrena el Real bajo la batuta de Titus Engel.
El teatro estrenará el próximo 9 de marzo "Consagración", una danza "situada en una etapa antigua de la humanidad, de sacrificios", que ella traslada a la actualidad a una situación "en la que está muriendo gente" por llegar a países que quieren, a su vez, conservar "su estilo de vida", explica Waltz (Karlsruhe, 1953) a Efe sobre su propuesta.
El ballet que representará su compañía, Sasha Waltz and Guests, se compone de tres piezas: "Consagración", compuesto originalmente por Stravinsky; "Escena de amor", una versión poética de "Romeo y Julieta" y "Preludio a la siesta de un fauno", basada en el texto de Stéphane Mallarmé, con música de Debussy.
Waltz señala que su coreografía habla de "ideas universales, del ciclo de la vida y la energía de la naturaleza que fluye en todos", que sus bailarines representan con un "amplio repertorio expresivo" con el que espera conectar con el público español.
En "Consagración" representan una historia de antiguos ritos paganos enfocados en "encontrar al elegido", una figura que la sociedad ha de sacrificar para mantener el "discurrir de la naturaleza", para lo cual contará con la "emocionante" música en directo interpretada por la Orquesta del Real y dirigida por Engel.
"La música y la danza son como hermanos, parte de la misma historia", explica la coreógrafa.
En la función se escucha a Stravinsky, Berlioz (en "Escena de amor") y, por último, a Debussy, cuyas melodías dan paso a "Preludio a la siesta de un fauno", basada en las fantasías de ese ser mitológico.
La primera vez que esta obra tomó forma fue en 2013 en el parisino Teatro de los Campos Elíseos, relata Waltz, cuando le pidieron que ideara una nueva versión de esta "Consagración" al cumplirse el centenario de su estreno en París.
A partir de entonces colaboró con distintas compañías de ballet en San Petersburgo, Bruselas y Berlín para interpretar esta danza y así desarrollar su lenguaje en un proceso de "retroalimentación" entre artistas, en el que mezclaron las referencias históricas y contemporáneas de la composición de Stravinsky.
La creación de esta coreografía requirió "mucho sacrificio", afirma la alemana, condecorada con la Orden de las Artes y las Letras de Francia, que denuncia que es precisamente esto de lo que carece el estilo de vida occidental.
"Lo queremos todo a todas horas, sin renunciar a nada, y así está quedando el planeta", lamenta.
El espectáculo viajará tras su estreno en el Real al Kursaal de San Sebastián y luego al Baluarte de Pamplona.