La Comunidad de Madrid ha declarado bienes de Interés Cultural (BIC) las pinturas el 'Retrato de niña o joven Inmaculada', de Diego Velázquez (1599-1660), y el 'Retrato de Francisco de Pisa', obra que los especialistas atribuyen a Domenikos Theotokopoulos, El Greco (1541-1617).
En la rueda de prensa del Consejo de Gobierno celebrado este martes, el presidente del Ejecutivo regional en funciones, Pedro Rollán, ha dicho que se trata de "dos importantes elementos del patrimonio regional" madrileño.
En el caso de la obra de Velázquez, los expertos la sitúan cronológicamente en la época de juventud del artista sevillano. "La atribución a Velázquez de esta obra, un lienzo de 57,5 x 44 centímetros, viene dada por similitudes formales y una técnica semejante a obras del periodo sevillano de Velázquez, es decir, anterior a 1622", dice la Comunidad en una nota de prensa.
La pintura muestra a una niña de grandes ojos negros, ligeramente en posición de tres cuartos y de medio cuerpo prolongado, ante un fondo oscuro, que mantiene la mirada dirigida al espectador, juntando sus dedos en actitud de oración. La niña de la obra –que pertenece a una colección privada- porta un manto verde envuelto en torno a su cintura, viste una saya de tonos ocres de la que asoma el cuello blanco grisáceo de una camisa y luce unos pequeños pendientes.
En cuanto al 'Retrato de Francisco de Pisa', de El Greco, la Comunidad de Madrid dice que es una obra de gran calidad artística y técnica, que destaca por su rareza al ser un retrato de pequeño formato que "se enmarca en el contexto del género del retrato en miniatura del Siglo de Oro español". La pintura "reúne valores de interés histórico, iconográfico y artístico suficientes para ser declarados BIC y destaca por su gran calidad artística y técnica", dice la nota.
La obra objeto de la declaración es una miniatura que representa una figura masculina de avanzada edad, de medio cuerpo, situado en posición frontal y ligeramente girado a la derecha. El personaje retratado muestra bigote y barba blanca puntiaguda, pelo canoso y corto, y viste un abrigo en color negro, a la altura del cuello una cenefa blanca. La pintura, que se encuentra en buen estado de conservación y pertenece a una colección privada, representa a Francisco de Pisa (1534-1588), un intelectual de la época del pintor y gran amigo suyo, capellán mayor de la Capilla Mozárabe de la Catedral de Toledo.