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Una Feria del Libro de Madrid "menos previsible", más "verde" y con la mirada puesta en el mercado digital es lo que ha proyectado su nuevo director, Manuel Gil, quien se estrena en la 76 edición de esta cita cultural "ineludible" que dará comienzo el 26 de mayo, con Portugal como país invitado.

Manuel Gil (Albacete, 1956), experto y consultor editorial con 35 años de experiencia en el sector, no es nuevo en la Feria del Libro de Madrid, ya que también ha participado como expositor desde hace 30 años, una experiencia que le ha hecho ver sus principales retos.

"Hay que poner en valor la Feria de Madrid -explica a Efe Gil-, porque supera en muchas cosas a otras ferias internacionales. Tiene unas visitas de más de dos millones de personas, además de una idiosincrasia especial, porque está organizada por los libreros y, debido a su escenario, tiene también ese carácter festivo que le caracteriza", dice.

Además de "un problema presupuestario", en opinión del nuevo director la Feria "tiene un reto de espacio porque no puede crecer más en su ubicación", el Paseo de Coches del Parque del Retiro, cuya conservación preocupa mucho a Gil.

Por eso se distribuirán en esta nueva edición 1.200 árboles de cinco variedades durante los días de la feria. "Nos preocupa la sostenibilidad, nos preocupa muchísimo, no es un tema de marketing, sino que creemos en ello y estamos interesados en el mantenimiento del Retiro", subraya.

Y en cuanto a la presencia del libro digital en la Feria, Gil reconoce que, aunque se pensó en instalar este año una carpa para las ventas de libros digitales, "el proyecto se ha aplazado hasta el próximo año y está en nuestra mirada".

No obstante, en esta próxima edición las casetas -el pasado año hubo 367 con 479 expositores -contarán con fibra óptica, lo que permitirá mostrar catálogos y los usuarios podrán pagar más rápidamente con tarjeta bancaria.

La importancia de la industria editorial en España, con 80.000 títulos anuales, requiere la internacionalización de esta importante cita literaria, por lo que otra de las novedades que ha introducido esta nueva dirección es que, por primera vez, acogerá un encuentro con los directores de las principales ferias de Latinoamérica (México, Colombia, Argentina y Perú).

Un encuentro que tendrá lugar en junio, y que, con financiación de Acción Cultural Española, establecerá sinergias "comparando sus modelos de financiación y el desarrollo de líneas políticas públicas iberoamericanas en defensa de las ferias", argumenta Gil.

Portugal es este año el país invitado y trae una oferta y "un nivel de implicación y actividad sorprendente", ha recalcado el director de la feria.

Así, además de la diversa oferta editorial portuguesa y de los actos que se desarrollen con este país invitado, Madrid contará con la presencia de diseñadores, ilustradores, festivales de música, gastronomía o cine portugués durante los días en los que se celebre la feria.

Gil considera que ésta tendría que internacionalizarse aún más con una mayor presencia de autores y oferta de libros de otros países.

"Ganar nuevos públicos" y tener una mayor presencia en las redes sociales son otros de los retos que afronta el director de la feria, que ha apostado también por el apoyo a las pequeñas editoriales.

"A pesar de la crisis hay 300 pequeñas editoriales que se crean cada año, nanoeditoriales culturalmente interesantes pero difícilmente sostenibles. Como somos sensibles a la micoredición hay que dar entrada a los pequeños sellos editoriales en la feria", ha recalcado su director.

Con un presupuesto de 1,1 millones de euros, lo que supone un "ligerísimo" incremento respecto a 2016, la Feria del Libro tiene "un cierto problema de financiación" por el peso de las cuotas de los expositores, explica Manuel Gil.

Así, un 70 % del presupuesto de la feria sale de las cuotas que pagan los expositores, cuando lo lógico sería que solo aportaran un tercio, al igual que las administraciones públicas y los patrocinadores, considera.

También tienen un reto pendiente con los jóvenes lectores: la Feria cuenta con un pabellón infantil, pero no con uno para los adolescentes, de tal forma que, a pesar de que es consciente de la falta de espacio, no descarta que haya un pabellón para esa edad en los próximos años.