Hay discos que acercan el fin de semana. Es lo que sucede con el cuarto disco de estudio de la banda Franz Ferdinand, gracias a ese híbrido de rock y funk a lomos de un bombo avasallador y guitarras en descenso pronunciado que, una vez puesto, induce a pensar: pero "¿cómo dejarte para la noche del sábado?".
La frase no es gratuita, sino parte fundamental del estribillo de "Right action", uno de los singles con los que se ha presentado "Right thoughts, right words, right action" (PIAS), que se publica mañana y constituye un retorno más rico y experimentado al sonido que los hizo famosos en 2004 con su debut homónimo.
Con él lograron el premio más prestigioso de Reino Unido, el Mercury, que distingue al mejor disco del año, además de dos Brit al mejor grupo británico y a la mejor actuación, confirmando la fuerza de su debut, al que siguió un igualmente exitoso y apresurado segundo disco, "You could have it so much better" (2005), número 1 en ventas en su país.
Con su cuarto álbum vuelven con fuerza a la palestra tras largo tiempo fuera de juego, después de que el previo "Tonight: Franz Ferdinand" (2009) no funcionara comercialmente como debiera y de que ellos mismos se infligieran un férreo encierro en la elaboración de este trabajo, del que mantuvieron alejado hasta a su representante.
En el resultado final, el grupo de Alex Kapranos se sacude el sentimiento agorero de la crisis con un álbum bailable, vacilón y arrogante, que mira a los 70 y a ese chulo de discoteca que enfila la pista con paso decidido, recordando los tiempos de "Take me out".
Lo anticipaban ellos en la presentación del cartel del festival Dcode 2013 de Madrid, que protagonizarán el próximo 14 de septiembre. "Es un disco positivo y enérgico", dijeron entonces, junto con otra afirmación que cobra ahora todo su sentido: "Es un disco de Franz Ferdinand", y no lo pueden negar.
Tras "Tonight: Franz Ferdinand", un experimento en el que incluyeron toques de electrónica, en "Right thoughts, right words, righ action" recupera el protagonismo la interacción de la batería y la guitarra, que arranca marcial y se revuelve a mitad de canción para filtrarse por senderos inescrutables.
La mezcla de estilos sigue presente, sin que el conjunto pierda coherencia. Hay flirteos con la música disco y los sintetizadores ("Stand on the horizon"), con las percusiones tropicales ("Goodbye lovers and friends"), con el surf al más puro estilo Beach Boys ("Fresh strawberries") y con el espíritu pulp en la onda de Quentin Tarantino ("Bullet").
Entre los cortes con más pegada, destacan el felino "Evil eye" y el sencillo "Love illumination", con ingredientes suficientes como para convertirse en un nuevo "Take me out" gracias a su pulso guitarrero y motorizado, ideal para arrancar un fin de semana promisorio en amores y juerga, y a un clarinete que añade una de las notas más características del disco.
En sus nuevas letras, el hedonismo se entremezcla con imágenes de decadencia vistas desde la ironía y el cinismo, como esas fresas que pronto perderán su brillo o el funeral descrito en el postrero corte "Goodbye lovers and friends", en la que algunos medios han querido ver un enigmático anticipo de su despedida.