"Hitchcock" devuelve el interés por los clásicos del amo del suspense
“Psicosis” sigue siendo la preferida por críticos y cinéfilos, pero otras obras maestras completan sus diez mejores películas
El cine del genial director británico sigue inspirando a las nuevas generaciones
Alfred Hitchcock dejó como herencia su inquietante sombra y 60 películas de cine negro. "Conseguir la realidad exige meterse dentro, hacer que el público la sienta como suya. Así se obtiene la verdadera realidad", decía.
Ironía, humor negro y una técnica magistral lo convirtieron en el mago del suspense. A lo largo de su extensa carrera realizó grandes clásicos de géneros tan dispares como la comedia, el romance o el espionaje. Todas atrapaban al espectador con sus imprevisibles giros argumentales. Éstas son en opinión de críticos y cinéfilos, sus diez principales películas.
Psicosis (“Psycho”, 1960)
Una joven escapa de la ciudad y se alberga en un solitario motel. Pero la famosa escena del asesinato en la ducha anticipa que las cosas no saldrán del todo bien. Narrativamente, el riesgo que tomó Hitchcock es digno de admirar: matar a la protagonista en la mitad de la película es algo que ningún director se atrevería a hacer; y sin embargo en este caso funciona a la perfección. Al contrario que en “La soga”, sólo en la escena del asesinato, hay más de 70 tomas de una mínima duración que forman la secuencia del crimen.
Vértigo (1958)
Scottie Fergusson (James Stewart) es un detective de la policía de San Francisco que padece de vértigo. Cuando un compañero cae al vacío desde una cornisa mientras persiguen a un delincuente, Scottie decide retirarse. Gavin Elster (Tom Helmore), un viejo amigo del colegio, lo contrata para que vigile a su esposa Madeleine (Kim Novak), una bella mujer que está obsesionada con su pasado.
Con la muerte en los talones ("North by Northwest”, 1959)
Un hombre es confundido con un agente del Gobierno y es perseguido sin que él sepa el motivo. Una de las escenas más recordadas es la de Cary Grant escapando de una avioneta que lo persigue en medio de un campo sembrado.
La ventana indiscreta (“Rear window”, 1954)
Un fotógrafo está escayolado, lo que lo obliga a hacer reposo en su casa. Para entretenerse se dedica a espiar a sus vecinos por la ventana. Pero algunas de las cosas que ve le hacen pensar que uno de sus vecinos ha matado a la esposa. En este film, el único punto de vista que se da a conocer es el del protagonista. Se dice que Hitchcock quiso mostrar lo que de algún modo es ver cine: estar preso en la butaca espiando una historia por una ventana, la pantalla del cine, tratando de atar cabos para comprender qué sucede.
Encadenados (1946)
Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el padre de Alicia Huberman, un espía nazi, es condenado por traición contra los Estados Unidos. Después del juicio, Alicia da una fiesta en la que aparece un apuesto desconocido llamado Devlin. Se trata de un agente de los servicios de Inteligencia que reclama su colaboración para atrapar a Alexander Sebastian, el cerebro de los nazis en Brasil. Al principio se muestra reacia, pero finalmente accede, sobre todo, porque se ha enamorado del atractivo agente americano. Una vez en Brasil, Alicia se gana la simpatía de Sebastian y se va a vivir a su casa. Pero su implicación en el asunto acaba poniendo en peligro su vida.
Los pájaros (“The birds”, 1963)
Una muchacha conoce a un joven en una tienda de aves y decide visitarlo en el tranquilo pueblo donde él vive. Pero una inesperada invasión de pájaros pondrá en peligro la vida de los lugareños y de la pareja protagonista. Hitchcock logra que un juego infantil lleno de pájaros sea terriblemente perturbador.
Rebecca (1940)
Al poco tiempo de perder a su esposa Rebeca, el aristócrata inglés Maxim De Winter conoce en Montecarlo a una joven humilde, dama de compañía de una señora americana. De Winter y la joven se casan y se van a vivir a la mansión inglesa de Manderley, residencia habitual de De Winter. Pronto la señora Winter se da cuenta de que no puede borrar en su marido el recuerdo de su difunta esposa.
Extraños en un Tren (“Strangers in a Train”, 1951)
Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer de Guy (que no quiere concederle el divorcio) y, a cambio, Guy debería asesinar al padre de Bruno para que éste pudiera heredar una gran fortuna y vivir a su aire.
La soga (“Rope”, 1948)
Dos jóvenes asesinan a un compañero y guardan el cadáver en un baúl de su departamento. Allí ofrecen una cena, pero ninguno de los invitados sabe lo que esconde el baúl, salvo los asesinos y el espectador. Casi como un experimento, Hitchcock uso este film, que está basado en una obra teatral, para filmar en una sola toma. Los cortes, que no son más de cinco durante todo el film, los realizó cuando se acababa el rollo de fílmico. Una proeza técnica y actoral que desde la austeridad de recursos mantiene en vilo al espectador.
El Hombre que Sabía Demasiado (1956)
Una familia americana, compuesta por el doctor Ben MacKenna (James Stewart), su mujer (Doris Day) y su hijo Hank, está pasando unas vacaciones en Marruecos. Tras la muerte de un espía en brazos de Ben, mientras visitaban el mercado de Marrakech, el matrimonio descubre que su hijo ha sido secuestrado. Sin saber en quién confiar, los MacKenna se ven envueltos en una angustiosa pesadilla que tiene que ver con una operación de espionaje internacional.
EL ALMA DE HITCHCOCK
"Hitchcock" no es una biografía del genial director. Es un episodio de su vida, uno importante eso sí, pero que sirve no para ensalzar los logros o las virtudes de Hitch sino las de su esposa, la guionista Alma Reville, y las de Helen Mirren por encima de las de Anthony Hopkins.
Si la idea -y a tenor por el título esa era la intención- era dar el protagonismo a Hitchcock, está claro que la jugada le ha salido al contrario al director Sacha Gervasi.
La excesiva caracterización de Hopkins para su papel de Hitchcock ha sido un lastre más que un beneficio para el actor galés, cuya interpretación está demasiado condicionada por el rotundo aspecto físico tan característico del realizador de "Con la muerte en los talones".
Su voz impostada y la sensación de que siempre se ve al actor por encima del personaje hacen que sea aún más evidente la sutileza de la interpretación de Helen Mirren en su papel de esposa a la sombra pero no abnegada, del gran director.
Alma Reville es sin duda la revelación de la película. Tanto por el desconocimiento que se tiene de su persona como por la fuerza de una personalidad que, pese a todo, supo entender mejor que nadie la grandeza y las debilidades de Hitchcock.
La película se centra en un episodio central de la vida profesional del realizador. Su empeño personal en llevar al cine la historia de "Psicosis", un proyecto que nadie parecía ver factible en el Hollywood de la época.
Nadie excepto Hitch y su fiel escudera, Alma, responsable de escribir o reescribir la mayoría de los guiones de sus películas.
No se olvida de ningún tópico esta película, en la que está el gusto de Hitchcock por la comida, su adoración por las rubias de aspecto frío, su obsesión por los detalles, su egocentrismo, su mal genio y, también, su dependencia hacia su mujer.
Scarlett Johansson interpreta a Janet Leigh, la protagonista de "Psicosis" y personifica a todas las rubias que obsesionaron al realizador -desde Tippi Hedren a Grace Kelly, pasando por Kim Novak-.
Pero más allá de los tópicos, la película muestra al director a través de los ojos de Alma Reville, una mujer resuelta, inteligente, fuerte y que amaba y respetaba profundamente a su marido.
Es ese personaje, Helen Mirren, quien atrapa al espectador y quien protagoniza los mejores momentos de una película que llega mañana a los cines españoles pero que no ha respondido en su estreno en Estados Unidos a las expectativas que había levantado.
REVISITANDO EL CINE CLÁSICO
Anthony Hopkins y Helen Mirren protagonizan "Hitchcock", una película que trata de mostrar la cara menos conocida de Hitch y de su esposa, Alma Reville, y un ejemplo más de que el cine clásico sirve tanto de escuela como de inspiración a los nuevos cineastas.
"Hitchcock", que llega este viernes a los cines españoles, protagonizada por Anthony Hopkins, Helen Mirren y Scarlett Johansson, es otro caso que confirma la vigencia del cine clásico, no sólo como arte, sino como modelo al que recurrir y copiar cuando la imaginación no se traduce en historias nuevas y originales.
Si "Hitchcock" se basa en el rodaje de "Psicosis", el año pasado "Mi semana con Marilyn" recreaba el desarrollo de "El príncipe y la corista", con Marilyn Monroe y Laurence Olivier. Y en "Cazador blanco, corazón negro" fue el rodaje de "La reina de África" el que contó Clint Eastwood o "RKO 281" el de "Ciudadano Kane".
Pero no solo de rodajes vive el cine, que copia y recopia películas convertidas en clásicos, como "Anna Karenina" o "El Gran Gatsby", dos nuevas versiones para este año de historias ya adaptadas anteriormente para la gran pantalla.
O filmes que recuperan la vida de algunas de las estrellas más glamourosas de Hollywood, como "Grace of Monaco", la vida de Grace Kelly, la protagonista del cuento de hadas por excelencia, la de la actriz convertida en princesa.
Nicole Kidman se pone en la piel de esta película, aún en rodaje, en la que Tim Roth hace del príncipe Rainero y que ya ha levantado las primeras críticas por parte de la familia Grimaldi, que consideran que el filme está cargado de inexactitudes históricas y escenas puramente ficticias.
Y también hay homenajes más o menos sentidos al séptimo arte, como el que Martin Scorsese le dedicó, personificado en Georges Meliès, uno de los padres del cine, en "La invención de Hugo".
Un director que ya se había metido en las bambalinas del cine con "El aviador", la biografía de Howard Hugues y su relación con Katherine Hepburn, un papel que interpretó Cate Blanchett y que le valió un Óscar.
No tendrán la misma suerte los protagonistas de "Hitchcock", película que sólo ha recibido una nominación por parte de la Academia de Hollywood, en la categoría de maquillaje y peluquería.
Poca cosecha para una película que levantó mucha expectación durante su proceso de producción y con la que el británico Sacha Gervasi debuta como director -su mayor logro hasta la fecha era el guión de "The Terminal" (2004)-.
La historia se centra en el periodo en el que Hitchcock estaba volcado con "Psicosis". En los problemas que tuvo para financiarla, hasta el punto de tener que hipotecar su casa, y para poderla llevar a cabo por los obstáculos de la censura a la famosa escena de la ducha.
Pero sobre todo cuenta la relación de Hitchcock con su mujer, la desconocida para el gran público Alma Reville, una excelente guionista que dejó muy aparcada su carrera para dedicarse a engrandecer la de su marido.
Una valiosa colaboración en los guiones que el gran realizador agradeció públicamente cuando en 1979 recibió el premio a su trayectoria por parte del American Film Institute.
Esa relación de interdependencia es lo más interesante de un filme en el que Reville se descubre como el personaje protagonista por encima de un Hitchcock que no deja de mostrarse tal y como ya se le conocía.
Y en el que Helen Mirren está a años luz de Anthony Hopkins, que con su estupenda caracterización no consigue dotar de realismo a un personaje cuya voz impostada impide cualquier atisbo de acercamiento al espectador.
Frente a él, Mirren compone un personaje cercano y humano, muestra la cara brillante de una mujer que sacrificó todo a la sombra del considerado como genio, cuando en realidad la igualdad era la nota dominante en la pareja.
Scarlett Johansson, como Janet Leigh, Jessica Biel como Vera Miles y Toni Colette como Peggy Robertson, la secretaria de Hitch, completan el reparto de un filme que cuenta los detalles del rodaje de una película que marcaría un hito en la historia del cine.
Y que demuestra que con rodajes de por medio o simplemente contando las vidas de algunos de sus protagonistas principales, el cine de la época dorada de Hollywood sigue estando presente en la actualidad.
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