El británico James Rhodes pisa suelo español una vez más y proclama en alto que no le importaría mudarse aquí tras "el desastre del Brexit". Ante el piano que tocará esta noche se despoja de sus gafas, cierra los ojos y se deja llevar por lo que más ama, la música clásica, o, como le gusta decir, "simplemente música".
"Nunca le diría a una niña de 10 años que Beethoven es más importante que Justin Bieber, porque para mí todo está hecho de la misma materia. Yo siempre he amado la clásica, pero escucho otras cosas", dice en una charla con Efe antes de citar a David Bowie, Queen "y todas las grandes bandas" responsables de algunas de las mejores obras musicales del último medio siglo.
Esa ha sido una de las premisas de su carrera y así lo demostró cuando en verano tocó en uno de los grandes foros de música electrónica, el Sónar Festival, tras convertirse en el autor de uno de los mayores éxitos editoriales del año con "Instrumental", libro en el que revelaba cómo la música lo redimió de los abusos sexuales que sufrió de niño, de las autolesiones, de las drogas y el sucidio.
"Espero que mi libro haya ayudado más a otras personas, no solo a las que hayan podido sufrir acoso sexual, sino también a las de su entorno, para que puedan entenderlas", pide el músico, que ha venido a Madrid para tocar en Los Veranos de La Villa.
Volviendo a su reciente experiencia en el célebre Sónar barcelonés, califica la ocasión como "un privilegio".
"Tocar en lugares así es lo que siempre he querido hacer", proclama este londinense que considera que "a muchas personas les echa para atrás el mero hecho de utilizar la etiqueta 'música clásica'".
En su opinión, "deberíamos llamarla simplemente música, que es lo que es", especifica este verso suelto que apuesta por desproveer al género de tanta solemnidad y que toca en camiseta y zapatillas, con sus modernas gafas de pasta y brazos tatuados que revelan su predilección no por Guns N'Roses, sino por Rachmaninoff.
"Cualquiera puede disfrutar de la clásica. La única dificultad es saber por dónde empezar", opina, razón por la que ha creado una lista en Spotify. "No me importa si no se compran el libro, porque es muy caro, pero la lista es gratis, no hay excusa para no escucharla", añade.
Pese a sus palabras, son muchos los que también han querido acercarse al músico y compositor a través de las páginas de "Instrumental", su debut en las letras.
"En España su éxito ha sido maravilloso. Creo que me mudaré aquí cuando pase todo este desastre del Brexit", dice, antes de declararse "muy afortunado" y achacar gran parte del mérito a su editorial, a la traducción e incluso a la portada.
Reconoce que "es un libro duro y muy personal, que trata por supuesto de música, pero que cuenta cosas muy duras a las que la gente aquí ha respondido con enorme amor".
En noviembre publicará el segundo, "Tocar el piano", en el que defiende que cualquiera con dos manos puede tocar una pieza de Bach en seis semanas, aunque nunca se haya sentado al piano; bastan 45 minutos de práctica al día, afirma con vehemencia.
"Me encanta escribir y creo que he encontrado una nueva pasión en ello, aunque me gusta aún más la lectura", añade Rhodes, quien en los últimos días releyó por ejemplo "El maestro y Margarita", de Mijail Bulgakov, el libro en el que se habrían basado los Rolling Stones para componer "Simpathy for the devil".
Él, con todo y como ya ha dicho, es más de Beethoven. "Mirad sus composiciones cuando apenas podía oír ya nada, con el corazón roto y toda esa aflicción. ¡Están aún vivas 200 años después!", dice con entusiasmo.
Él también ha probado que este es "un mundo complicado que a menudo te pone a prueba". Por eso cierra los ojos cuando toca. "La música es una vía de escape. Cerrar los ojos me ayuda en esa huida", confiesa Rhodes.
Espera que su público también lo haga. "Que bajen las luces y cierren los ojos, sin teléfonos móviles, ni Facebook, ni Amazon, ni tanto canal de televisión... Yo proveo la banda sonora y a ustedes les corresponde ponerle la película en su cabeza", pide antes de volver al piano.