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Leonard Cohen exhibe un momento vital excepcional y paradójico, toda vez que su talento está en plena expansión mientras su menuda figura se encoge más y más, y es que el intérprete de "Hallelujah" cumple ocho décadas de vida que celebrará con un nuevo álbum y, dice, con un cigarro entre las manos.

"Tendré 80 años en unos pocos días y he fumado durante 50, realmente me gusta fumar", ha constatado el músico en un multitudinario encuentro en Londres con periodistas de 25 países, ávidos de escuchar las palabras cavernosas, teñidas de nicotina y humo, que ese anciano de vivo ingenio y sonrisa traviesa aún proyecta y al que se recibe con aplausos reverenciales.

Será el domingo cuando Cohen alcance tan magno aniversario, pero no espera grandes eventos. "En mi familia apenas celebramos los cumpleaños y ni siquiera hay castigos si alguien los olvida", señala el músico. "Creo que lo celebraré fumando", apunta con sonrisa traviesa.

Dos días después de que sople las velas saldrá al mercado "Popular problems" (Sony Music), el disco número trece de su carrera, y eso también es motivo de fiesta, porque su escucha no evoca la imagen de un artista en el ocaso de sus días.

"No hemos reinventado la rueda", concede Cohen, que sí presume de que la "paleta de géneros es amplia", con góspel, country y blues arropados por un coro de féminas y una presencia musical, la suya, que sigue siendo enorme.

El truco está en la provechosa asociación con el productor y compositor Patrick Leonard, colaborador entre otros de Madonna, aunque Cohen se quedó prendado de su trabajo escuchando unas piezas confeccionadas solo con el piano.

Es bien sabido que el canadiense suele tomarse su tiempo, que modela las canciones con precisión de artesano ("los poemas no se acaban, se abandonan, y eso pasa también con la música", defiende), pero "Popular problems" se publica solo dos años después de su predecesor, "Old ideas" (2014).

Cohen lo atribuye a su "química" con Leonard y anuncia que ya están trabajando en un nuevo álbum, que, de facturarse tan rápidamente, sería el tercero en un espacio realmente breve de tiempo, sobre todo para alguien que ya no tiene nada que demostrar.

"Te ves mucho más joven ahora que hace 10 años", le ha señalado de hecho Gordon Campbell, alto comisionado de Canadá en Reino Unido y encargado de presentar a su compatriota.

Amor, desamor, conflicto, religión, unidad... Ahí están los temas que siempre ha desarrollado en su obra y que, como indica el título de esta nueva entrega, nos tocan a todos. "Refleja el mundo en el que vivimos, la atmósfera", dice, antes de bromear con que al próximo álbum lo titulará "Unpopular solutions".

En sus declaraciones a los periodistas, se muestra como ese personaje moderado nada dado a los extremismos que describen quienes lo han conocido toda la vida, sereno, trascendente, pero sin demasiadas ganas de llamar la atención.

"He intentado fijar a lo largo de los años una posición política que nadie pudiera descifrar", dice otra vez con cara de pillo.

Canadiense y judío de Montreal (ciudad tradicionalmente dividida entre anglo y francoparlantes), cuesta no preguntarle por el sentido que tienen para él asuntos como el reférendum escocés que se celebrará mañana en el país que acoge esta presentación o como la consulta catalana en España.

"No siento que pueda tomar partido. Asumo que cada uno trabaja con sus mejores intenciones, no veo nada siniestro de un lado o de otro. La gente trata de hacer que sus vidas tengan significado y a veces piensan que la manera es a través de la política. En cualquier caso, reconozco la lucha de la gente por darle significado a su existencia y eso merece un respeto", señala.

Desde su experiencia vital, que le ha servido para levantarse varias veces contra la depresión y la sensación de derrota, es fundamental reconocer que "todo el mundo sufre y que todo el mundo lucha por ser alguien".

"Hay que entender que tu lucha es como la lucha de cualquier otro y tu sufrimiento también, y creo que no se llegará a soluciones políticas mientras no lleguemos a esa idea", afirma.

Poeta, novelista y cantautor, Cohen está considerado una autoridad mundial de la música, a pesar de que no publicó su primer álbum hasta los 33 años, "Songs of Leonard Cohen" (1967), al que seguirían otros como "Songs of Love and Hate" (1971), "Various positions" (1984) y "I'm Your Man" (1988), por citar algunos.

También su producción literaria es amplia, sobre todo poética, partiendo de la seminal "Let Us Compare Mythologies" (1956), hasta su última obra hasta el momento, "Book of Longing", publicada en 2006, unos pocos años antes de recibir el premio Príncipe de Asturias de las Letras.

¿Se siente como una institución? "En todo caso, como una institución mental", concluye el músico.