Llega la última aventura de Mortadelo y Filemón, 'París 2024', la obra en la que trabajaba Francisco Ibáñez antes de morir
Nuria Ibáñez: "Tengo muchos armarios por abrir, y si dentro de un cajón o un armario aparece algo inédito llegará al público porque, evidentemente, no lo guardaremos en el olvido"
La hija del historietista Francisco Ibáñez, Núria Ibáñez, que se ha encargado de sacar a la luz 'París 2024', la obra inacabada en la que el dibujante estuvo trabajando hasta antes de morir y que se convierte en la última aventura de Mortadelo y Filemón, ha asegurado en una entrevista con EFE que si aparece material inédito, llegará al público.
"Tengo muchos armarios por abrir, y si dentro de un cajón o un armario aparece algo inédito llegará al público porque, evidentemente, no lo guardaremos en el olvido", ha prometido Ibáñez, que ha explicado que la intención es que el legado de su padre, fallecido en julio de 2023, "perdure", "capture a nuevas generaciones" y que "le sobreviva a él como persona".
Esto es precisamente lo que hizo cuando encontró las primeras páginas de 'París 2024', 20 de viñetas a lápiz y 19 de guion escritas a máquina con su fiel Olivetti en las que los icónicos agentes de la T.I.A. viajan a París para salvar los Juegos Olímpicos de 2024, una historia que publica este jueves el sello Bruguera junto con un prólogo y un epílogo "fantásticos", según Ibáñez, de Arturo Pérez-Reverte y Jordi Canyissà, respectivamente.
Un tesoro que valía la pena conservar
"Me pareció un tesoro que valía la pena conservar tal y como estaba encima del tablero cuando lo encontré, aunque estuviera inacabado, para que todos los 'fans' disfruten de una aventura singular y única", ha explicado Ibáñez, que considera que este es un "homenaje fantástico" a la obra de su padre, ya que presenta al público la parte de su trabajo que nunca se vio.
De esta historia, que confiesa que le encantó, ha destacado que "realza" el valor del trabajo del dibujo y que permite a los lectores descubrir "el detalle que presenta el lápiz respecto a la obra acabada, que puede que al final con la tinta y el color se escape", un valor que se aprecia hasta en el último boceto, donde ya se intuye la expresividad de los personajes y la comicidad de la escena que protagonizan.
Aunque sus familiares estaban "acostumbrados" a ver su obra cuando aún estaba en proceso, su hija asegura que desconocen cómo iba a ser el final de esta aventura porque era "un secreto", motivo por el que, en sus palabras, "ahora es la imaginación de cada uno de nosotros la que tiene que ponerle un final a la historia".
Dibujando "las 28 horas del día"
"Él se encerraba a hacer el guion y no quería que nadie le molestara, estaba en su santuario, en silencio absoluto, sin que nada le distrajera", ha revelado Ibáñez del proceso creativo de su padre, que siempre empezaba con un guion, que posteriormente ilustraba con viñetas a las que añadía onomatopeyas en lápiz, y que acababa trasladando el texto en los bocadillos, un último paso que le quedó pendiente en esta obra.
Con estos elementos construía los relatos que llevaron a Mortadelo y Filemón a resolver todo tipo de misterios, o a intentarlo, historias que progresivamente fueron teniendo más referencias a la actualidad para "rejuvenecer" a los personajes y conseguir que nuevas generaciones también "conectasen" con los dibujos.
Así era como Francisco Ibáñez pasaba "las 28 horas al día", como él decía, dedicado al que era a la vez su trabajo y su 'hobby', un tiempo en el que parecía que se le olvidara lo que pasaba fuera de este estudio que alberga, según su hija, "su historia y su vida, tanto de su trabajo como de todo lo que tiene como recuerdo de otros autores".
Legado de cariño y admiración
"Después de estar aquí encerrado las 28 horas del día, lo que más le gustaba era tener ese contacto con los lectores", recuerda Ibáñez sobre la relación del autor con sus seguidores, por quienes asegura que tenía un "respeto elevadísimo", una relación que también se reflejaba en las muchas cartas que recibía y que siempre respondía.
"Cualquier estrato de persona, de cualquier edad o profesión tiene admiración por la obra de mi padre y por él mismo porque era fantástico", ha añadido, convencida de que el dibujante era "una persona que se hacía querer".
En este sentido, su hija ha expresado: "Me gustaría que se le recuerde tal como se le recuerda hoy, con muchísimo cariño y admiración", dos sentimientos que acompañan el inmenso legado de Ibáñez, a partir de ahora, un poco más completo.
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